LA TERCERA

DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE,

VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE,

EL 28 DE JULIO DE 1978

Ciudadanos Representantes:

Cuando el 18 de junio, más de cuatro millones de peruanos concurrieron, con ejemplar disciplina democrática, a las mesas de sufragio, en el Perú ocurrió – sin ruido ni sangre- una auténtica Revolución. El pueblo recuperó el ejercicio de una soberanía que le fuera negada a lo largo de diez años, y demostró madurez, responsabilidad y alto espíritu cívico. Superando gallardamente los escollos de una legislación electoral enmarañada con la introducción del absurdo voto preferencial, el pueblo peruano optó por el camino de la democracia y de los partidos en que la democracia se sustenta y quedó confirmada, con la experiencia peruana la luminosa frase del apóstol cubano José Martí, quien dijo. “Cuando el sufragio es ley, la Revolución está en el sufragio”.

Aquí estamos, con un claro mandato y un eminente designio, como resultado de esta revolución pacífica, cuyas raíces vienen muy de atrás. Se nos ofrece, en 1978, la oportunidad de realizar aquella “gran transformación” con que soñamos las juventudes rebeldes de 1923 y por la que vivieron, lucharon y murieron con gloria, millares de peruanos en los últimos cincuenta años. Nos aguarda la tarea de cristalizar, en principios precisos y en instituciones modernas, esos ideales de democracia y justicia social, de pan con libertad, que fueron guión y bandera de varias generaciones en nuestro país. Nos aguarda la tarea de promover aquella unidad continental latinoamericana que en el Perú fue motivo de proscripción genocida y que es hoy compartido de las mayorías en el continente. Y si en la Constitución de 1933 se colocó un artículo con el expreso propósito de excluir de sus derechos políticos a quienes profesaban el ideal de la integración continental, en la Carta Política que elabore esta Asamblea, habrá de aparecer el artículo que nos reconozca como parte integrante del pueblo–continente indoamericano. Este solo cambio ilustra sobre la magnitud de la evolución consumada y de las profundas diferencias que median entre una época de predominio dictatorial y oligárquico y otra de despertar y presencia del pueblo, como tal, no admite condicionamiento.

Esta Asamblea encarna el Poder Constituyente y el Poder Constituyente es la expresión suprema del poder del pueblo. Como tal, no admite condicionamiento, limitaciones, ni parámetros. Ningún dictado extraño a su seno puede recortar sus potestades. Cuando el pueblo se reúne en Asamblea Constituyente, que es el primer Poder del Estado. Vuelve al origen de su ser político y es dueño de organizarse con la más irrestricta libertad, nadie puede fijarle temas, ni actitudes, como no sean sus propios integrantes por la expresión democrática del voto. No reconoce poderes por encima de ella misma, porque es fruto indiscutido y legítimo de la soberanía popular.

En un día como hoy, hace 157 años, el Perú declaró su independencia fundándose en la “voluntad general de los pueblos”. El 28 de julio de 1978, fundándose en esa misma “voluntad general de los pueblos” –claramente expresada en las elecciones de junio- sin más limitaciones que aquellas que ella misma quiera darse, se proclama libre y autónoma.

Sólo autónoma, soberana y libre podrá cumplir este claro mandato renovador con que la ha investido el pueblo. Sólo así podrá servir con honra a la patria. La hora de las asambleas sumisas y de los parlamentos vasallos ha pasado. El pueblo ha rescatado el manejo de sus propios destinos y no puede renunciar a ellos ni enajenarlos. Los votos del pueblo, en un proceso libre, nos dan título irrenunciable para hablar en su nombre y en su defensa.

La independencia y soberanía de la Asamblea nos imponen a todos ineludibles deberes. El primero es un deber de responsabilidad institucional y de cooperación patriótica. Una Asamblea dividida por antagonismos insalvables, debilitada en su unidad superior de Poder Constituyente, será inapta para cumplir sus elevadas funciones. La Asamblea está obligada –por respeto a los millones de electores que en ella depositaron su confianza– a un trabajo infatigable y fecundo y a una austeridad sin mácula. En este país, tantas veces socavado por hondas crisis de moral pública, los Representantes del pueblo deberán ser paradigma de limpieza. Como la mujer del César, no sólo deben ser honrados sino parecerlo.

Es obvio que la búsqueda de armonías y coincidencias que ofrezcan al texto constitucional un amplio consenso, no significa, de modo alguno, el abandono de posiciones ideológicas ni de ideas ni programas. Es más, una Constituyente resulta palestra natural para la confrontación de posiciones, un planteamiento polémico de diversos caminos. Pero si queremos que la Constitución resulte válida para los más amplios sectores nacionales, debe concebirse como un documento que conjugue propósitos superiores y comunes. Una Constituyente no legisla para un partido, ni para un sector, sino para todo el pueblo y debe procurar la concordancia constructiva de aspiraciones fundamentales.

Debe estar guiada, además, por un sentido y una proyección de futuro. No legislamos para hoy ni para el inmediato mañana. La Constitución, si tenemos la sabiduría de concebirla realistamente, apropiadamente, debe tener vigencia para varias generaciones. Ha de ser lo bastante previsora y flexible para renovarse y renovar, confirmándose como un marco que permita el desarrollo de la sociedad peruana, lo promueva y lo encauce. Y si la defectuosa Constitución de 1933 –por su obsoleto estilo y espíritu- es la última Constitución del siglo veinte, la que se dicte ahora deberá ser la primera Constitución del Siglo XXI. Una Carta Política que, por su participación, modernidad y alcance resulte válida para ese siglo futuro –que muchos no habremos de ver- pero cuyos resplandores aurorales empiezan a dejarse sentir en nuestros conturbados tiempos.

Gran parte del fracaso de anteriores Constituciones se explica por su inadaptación a la realidad nacional. El utópico extranjerismo de muchos legisladores y estadistas les hizo trasladar sin mayor examen, instituciones y sistemas que surgían de realidades espacio-temporales muy diferentes de las nuestras. La previsión del Liberador Bolívar había advertido ya a los latinoamericanos de su siglo, en su Mensaje de Angostura, que “Las leyes deben ser relativas a lo físico del país, al clima y a la calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de los pueblos”. Y que eran estas condicionantes de la realidad “El Código que debíamos consultar”. Desoír estas palabras previsoras nos costó muchas frustraciones.

Nuestra Constitución debe emanciparse de las imitaciones y las copias, sin desdeñar el legado universal de la Ciencia Política. Necesitamos una Constitución concisa y pragmática, que se centre en torno al hombre y a los Derechos Humanos y forje un Estado nuevo para una sociedad mejor. Vale decir, necesitamos una Constitución que prescriba como obligación del Estado la superación del subdesarrollo mediante la utilización racional de nuestros ingentes recursos, a la par que garantice el pleno empleo y una justa redistribución de los ingresos. El último y supremo ideal será excluir toda forma de explotación del hombre por el hombre y prevenir las formas contemporáneas de la explotación del hombre por el Estado. Una Carta Fundamental que asegure la alimentación, la vivienda, la salud, el trabajo, con libertad y justicia, la educación y la cultura para todos los que habiten nuestro suelo o hayan de habitarlo en el futuro. La nueva Constitución peruana se habrá de dictar cuando América y el Mundo viven un renacer de interés y preocupación por la vigencia plena de los Derechos Humanos. A la Declaración Universal, aprobada el 10 de diciembre de 1948, por las Naciones Unidas –y que fue incorporada como norma constitucional peruana por Resolución Legislativa del 9 de diciembre de 1959– se añaden ahora instrumentos internacionales destinados a garantizar su aplicación y exigibilidad, tales como la Convención Interamericana de Derechos Humanos y los Pactos de Derechos Humanos tanto civiles y políticos como económicos, sociales y culturales, de Naciones Unidas. Todos ellos firmados y ratificados por el Perú. Este cuerpo doctrinal habrá de incorporarse a la nueva Constitución. Se ha avanzado así en el camino que me permití propiciar, como veterano luchador por los derechos del hombre, cuando en 1941 y frente a una amenazadora ofensiva nazifascista, propuse en un Plan para la afirmación de la democracia en América: “Poner las Constituciones de las Américas sobre la mesa de un Congreso o Conferencia de Estados de nuestro Hemisferio”, confrontar los preceptos que garantizan los derechos humanos y cívicos “Conformar con ellos un Tratado Interamericano que obligue a todos los signatarios a respetar y a hacer respetar aquellos derechos y a considerar su quebrantamiento como un acto de agresión contra la democracia a la cual todos los Estados americanos se hallan solidariamente comprometidos a defender”.

La Constitución que ambicionamos debe, desde luego, reconocer el derecho del pueblo a designar a sus Gobiernos locales y tan pronto la Constituyente apruebe el principio fundamental y normativo, dispondrá la convocatoria a elecciones municipales.

Los pueblos necesitan que esta reparación se produzca en el más breve tiempo posible y dependerá de los ciudadanos Representantes que se proceda a definir las bases del régimen municipal para convocarlos a una nueva y gran jornada democrática.

La restauración del régimen municipal, de origen popular y electivo, conlleva la descentralización administrativa y económica, a través de corporaciones de fomento y desarrollo que garanticen la inversión, en las provincias, de parte de las rentas que ellas producen y que hoy absorbe el centralismo de la capital.

Centrar un sistema político en torno al hombre exige consagrar especial importancia a la preparación del hombre. Nuestra Constitución debe atribuir a la enseñanza una jerarquía dominante y superior. En nuestro contexto nacional, la gratuidad de la enseñanza, en todos sus grados, es una conquista que debemos rescatar. Para el joven estudiante no debe existir más límite en sus aspiraciones, que el marcado por su capacidad. Y erradicar un analfabetismo, que nos avergüenza, debe colocarse entre las primeras obligaciones de un nuevo Estado antimperialista.

La nueva democracia no puede responder al lineamiento tradicional del liberalismo clásico. Junto al Parlamento colegislador político, representativo de los ciudadanos, se requiere un Parlamento o Congreso Económico, representativo de los productores. Es la dimensión económica y social de la democracia y el órgano propio de la planificación nacional.

La temática constitucional es muy extensa y acaso sólo pueden mencionarse puntos esenciales, el dominio progresivo del Estado sobre las riquezas básicas, la participación efectiva y directa de los trabajadores, la igualdad de la mujer en todos los campos; la atención especialísima de la juventud, ancha fila humana que en nuestro país exige promoción y estímulo especiales. Y también la defensa del medio ambiente y de nuestro patrimonio arqueológico e histórico.

Asegurar que el Perú habrá de incorporarse a la revolución científica y tecnológica que está modificando, en forma acelerada y esencial, el mundo de nuestros días.

Entendamos todo ello, como problema no exclusivamente nacional, sino de envergadura y soluciones latinoamericanas. La nueva Constitución debe reconocer la realidad imperativa, tanto económica, como política e histórica de la integración y debe reconocerlo en su texto con palabras inequívocas.

Nuestra intención será promover la creación de una Comunidad Latinoamericana de Naciones, provista de sus órganos ejecutivo, legislativo, judicial y económico. Sólo a través de ella podremos resistir a los imperialismos cualquiera sea su signo; sólo a través de ella podremos asegurar el desarrollo y la creación de riqueza y su justa distribución. El destino de los países aislados es colonial y dependiente. El de los países integrados –sobre todo en el caso de los países en proceso de desarrollo- es emancipador, libre y socialmente justo.

Asistimos a una revalorización del integracionismo. El antiguo concepto de la unidad latinoamericana fue idealista y evocador. Se continuó en un prístino intento de imitar a la unión norteamericana. Se esterilizó después en la vacua retórica oficial o en la deformación imperialista del panamericanismo.

Aleccionados por la experiencia de este siglo y por sus realidades económicas, el integracionismo que profesamos es de clara raíz antimperialista.

La integración tiene para el Perú un especial significado. Por su posición geográfica central, por una tradición que viene de su pasado y que se repite en todas las instancias de su historia –el Tahuantinsuyo, el Virreinato, la Revolución Emancipadora que aquí culmina y se funde en sus corrientes principales- a nuestro país le toca contribuir decisivamente a la coordinación latinoamericana, convertirla en una de las metas nacionales, indispensable para su propia subsistencia. Pues el Perú tiene todo por ganar en una Indoamérica unida y todo lo puede perder en una Indoamérica balcanizada.

La Asamblea Constituyente no puede aislarse de la dramática realidad nacional que la circunda. Los problemas sociales y económicos golpean, literal y figuradamente, a las puertas del Palacio Legislativo y sería inconcebible que la Representación Nacional los ignorara. No actuamos en el vacío, sino en el centro de un país castigado por la crisis más severa de su historia. Son los trabajadores, manuales e intelectuales, los que más sufren con la crisis y son sus intereses los que estamos obligados a defender. La Asamblea, en la etapa de sus Juntas Preparatorias, tomó ya decisiones pluripartidarias orientadas a contribuir, a favorecer una solución de los conflictos más agudos. Está en una línea que habrá de mantenerse con lealtad, sin desviaciones y sin demagogia.

Somos Representantes del pueblo y es el pueblo el que hoy padece la angustia de la desocupación, la violencia de los despidos, el dolor y el hambre.

Ser consecuentes con estas mayorías nacionales –campesinos, obreros, clases medias, pueblos marginales- es el primer deber de los Representantes del pueblo. Sé perfectamente que tal es el convencimiento de todos los que participamos en las tareas de la Constituyente que hoy se inicia.

La Asamblea tampoco puede ni debe separarse del proceso político de democratización peruana. La Fuerza Armada –que se honró asimismo al presidir imparcialmente estas elecciones-, tiene el compromiso de honor de garantizar comicios libres para elegir a las autoridades constitucionales que deben gobernar por elección del pueblo tras el largo interregno castrense de diez años.

No puede haber excusa valedera -y por fortuna nadie ha intentado formular la que justifique un mayor aplazamiento de la plena instauración del orden constitucional. En los comicios del 18 de junio, el pueblo peruano demostró un grado relevante de conciencia cívica. Demostró que los intentos demagógicos de convertirlo a posiciones totalitarias o de “no partido” no tenían fundamento en las convicciones insobornablemente democráticas de las mayorías populares. El Perú no quiere volver atrás, pero tampoco quiere lanzarse a la aventura, en el vacío. El voto del 18 de junio fue, de modo inequívoco, un voto por el cambio dentro de la libertad. Esa reconciliación indispensable, debe efectuarse, tan pronto la Constitución esté promulgada, en el seno de un nuevo orden institucional y a través de elecciones con voto universal y secreto, donde participen todos los peruanos, mayores de 18 años, sepan o no leer y escribir.

La disposición transitoria y final de la nueva Carta Fundamental debe ser aquella que convoque a los pueblos a elecciones generales.

De la actividad y celo de los Representantes depende que la ley de leyes se concluya en término de meses para que sea posible la realización de comicios organizados de acuerdo a la nueva estructura del Estado y de sus poderes.

Podremos entonces deparar al continente un verdadero “modelo peruano” - ahora sí- de transformación sin violencia, en libertad y con verdadero sentido de justicia.

Ciudadanos Representantes:

Electo a la Presidencia de la Asamblea por un mandato plural, la represento en su integridad y tengo deberes con todos sus miembros. Todos ellos, sus ideas y sus personas, me merecen igual consideración y deferencia.

Pero sería traicionar la historia misma del Perú en el último medio siglo si, al cabo de esta larga marcha, jalonada por tantos esfuerzos, sacrificios y dolores no tuviera una especial palabra de recuerdo y homenaje para los millares de compañeros, vivos o muertos, que estuvieron con nosotros en el ejercicio de una lealtad sin desfallecimientos. Para ellos y para quienes, antes que nosotros, emprendieron la cruel y dulce tarea de cambiar al Perú, de abolir sus injusticias y cancelar su atraso.

Recuerdo y rindo homenaje a otros héroes anónimos, los de la clandestinidad y la persecución. A los que resistieron estoicos largos años de cárcel y torturas.

A los que padecieron la estrechez y la angustia del destierro. A los que mantuvieron, bajo tiranías y dictaduras, viva y alta, la esperanza en un Perú libre, culto y justo.

Mi homenaje a todos los caídos y a todos los héroes, a todos los partidos, cuyos hombres se confunden en los fastos comunes del pueblo. Nos toca justificar el sacrificio y la esperanza de los luchadores sociales y políticos que, con sinceridad y entrega, quisieron que el Perú se reedificara sobre bases de justicia y libertad, como aquellas que debemos afirmar en la Constitución que nos está encomendada.

Su mandato histórico y el mandato de nuestros electores nos comprometen y obligan. La tarea es clara: elaborar una Constitución que asegure –para hoy, para mañana, para siempre- el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

LA TERCERA

DISCURSO ANTE EL PROCESO ELECTORAL

VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE,

TRUJILLO, 8 DE DICIEMBRE DE 19311

Compañeros:

Este no es un día triste para nosotros, es el día inicial de una etapa de prueba para el Partido. Vamos a probar, una vez más, en el crisol de una realidad dolorosa quizá, la consistencia de nuestra organización, la fe en nuestras conciencias y la sagrada perennidad de nuestra causa.

Quien en esta hora de inquietud, de sombrías expectativas inmediatas para nosotros, se sienta acobardado o sin fortaleza, no es aprista. Nosotros no queremos en el Partido apristas que duden de su causa o duden de sí mismos en los momentos de peligro. Nosotros no queremos cobardes. No queremos traidores. Y ser traidor en esta hora, es no sólo ser el Judas que nos vende, sino el cobarde que da paso atrás. Para uno y otro no hay lugar en nuestras filas. Aunque el Partido quedara reducido a lo que fue durante la tiranía de Leguía, nuestro deber nos impone eliminar despiadadamente a todo aquel que atemorizado por la victoria fugaz del fraude y de la usurpación crea que estamos perdidos.

¡No estamos perdidos!... Yo afirmo que estamos más fuertes que nunca. Porque gobernar no es mandar, no es abusar, no es convertir el poder en tablado de todas las pasiones inferiores, en instrumento de venganza, en cadalso de libertades; gobernar es conducir, es educar, es ejemplarizar, es redimir. Y eso no lo harán jamás quienes van al poder sin título moral, quienes carecen de la honradez de una inspiración superior, quienes capturan el Estado como botín de revancha.

Ellos mandarán, pero nosotros seguiremos gobernando. Porque nosotros continuamos educando, organizando y dando ejemplo, vale decir, nosotros continuamos redimiendo.

Quienes han creído que la única misión del aprismo era llegar a Palacio, están equivocados. A Palacio llega cualquiera, porque el camino de Palacio se compra con oro o se conquista con fusiles. Pero la misión del aprismo era llegar a la conciencia del pueblo antes que llegar a Palacio. Y a la conciencia del pueblo no se llega ni con oro ni con fusiles. A la conciencia del pueblo se llega, como hemos llegado nosotros, con la luz de una doctrina, con el profundo amor de una causa de justicia, con el ejemplo glorioso del sacrificio... ¡Sólo cuando se llega al pueblo se gobierna: desde abajo o desde arriba! Y el aprismo ha arraigado en la conciencia del pueblo. Por eso, mientras los que conquistaron el mando con el oro o con el fusil crean mandar desde Palacio, nosotros continuaremos gobernando desde el pueblo.

La fuerza que da el mando, al servicio de la injusticia, de los apetitos de venganza, sólo es tiranía. Por la fuerza no se nos reducirá. Correrá más sangre aprista, nuestro martirologio aumentará su lista inmortal, el terror reiniciará su tarea oprobiosa, pero el aprismo ahondará cada vez más en la conciencia del pueblo. La bandera de nuestra causa agitará siempre más alta y más firme su idealidad de justicia. Y cumplida esta etapa de nueva prueba, insurgiremos con la omnipotencia de los invictos y demostraremos que las grandes causas no perecen por el miedo.

¿Esperar?... Sí, esperar, pero no esperar en el descanso, en la pasividad, en la falsa expectativa del que aguarda que las cosas vengan solas. Esperar en la acción, esperar con la convicción total de que los rumbos del destino los señalaremos nosotros. Sólo nuestra resolución de vencer nos dará la victoria final y ahora, más que nunca, debemos estar resueltos a vencer. La voluntad y sólo la voluntad es el timón de nuestro destino.

Yo también esperé ocho años, en la persecución, en la prisión y en el destierro. Ocho años de soledad que fueron ocho años de determinación indeclinable. Muchas veces estuve solo. Muchas veces supe de la tremenda realidad de la incomprensión y del olvido. Pero no desmayé nunca. La decisión de vencer, detenida por todos los obstáculos, no me abandonó un solo día. Me había propuesto que el Partido surgiera vencedor del olvido, de la ignorancia, del pavor, de la desorganización. Y el Partido insurgió poderoso. Mis ocho años de lucha estaban ganados. El aprismo es hijo de la voluntad que encarnó en el dolor de un pueblo, engendrando en él una fuerza orgánica y poderosa que habría de servirle de instrumento vital para alcanzar la justicia. Desde entonces no he abandonado mi puesto: ¡no lo abandonaré nunca!

Sabiendo que el aprismo como religión de justicia, como credo de libertad, es causa de acción, de lucha, de rebeldía, de batalla tenaz y perenne, no me asustan las adversidades cotizables. Más me asustarían las victorias fáciles porque podrían enervarnos. Ganar obstáculos, aprovechar con optimismo de todas las experiencias por duras que ellas sean, es cumplir la obra de superación que el aprismo necesita para hacerse digno de la gran victoria. Por eso, contemplo serenamente la iniciación de este nuevo período de prueba que hoy se anuncia.

Con la curiosidad del padre o del inventor que quiere probar al hijo o la obra al embate de todas las resistencias, yo quiero ver al Partido soportando y venciendo en esta etapa dolorosa pero quizá necesaria para definir su fortaleza. Quiero que después de este duro examen, en el que vamos a probar nuestra fe, nuestra energía, nuestro espíritu revolucionario, nuestra indesmayable decisión de constructores del nuevo Perú, volvamos a encontrarnos limpios y dignos los unos de los otros. ¡Porque a quien quiera que se amedrente, jefe o militante, le llamaremos cobarde; y a quien quiera que claudique, jefe o militante, le llamaremos traidor!

Compañeros:

Hoy comienza para los apristas un nuevo capítulo de la historia del Partido. Las páginas de gloria o de vergüenza las escribiremos nosotros con sangre o con lodo.

Hasta hoy, nada tenemos de qué sonrojarnos. Hemos dado ejemplo y si hemos perdido temporalmente, esta pérdida nos enorgullece porque ella implica para el aprismo la más alta y más hermosa victoria moral que haya inscrito partido alguno en la historia política del país. Declaro con orgullo que los apristas han respondido con admirable unanimidad al espíritu del Partido, a la consigna elevada de su gran programa. ¡Continuemos así! La unidad del Partido, la disciplina del Partido, la fe del Partido, no han perdido hasta hoy nada de su vigor o de su elevación. De hoy en adelante, la tarea será más difícil. Las vacaciones semidemocráticas que impuso nuestra fuerza han terminado. El Perú vuelve desde ahora al imperio del despotismo. Nosotros hemos ganado una organización cohesionada y formidable.

Nuestro deber, nuestro gran imperativo, es seguir siempre adelante. Somos el Partido del pueblo y la causa del pueblo vencerá. Yo estaré en mi puesto hasta el fin. Espero que cada uno de los apristas no abandone el suyo. Así, pasados los días siniestros que aguardan al Perú, resurgirá nuestra obra, todopoderosa.

Entonces, los que ahora den paso atrás o nos vuelvan la espalda, llegarán tarde si intentan regresar. Porque el aprismo, que es justicia, que es redención, que es pureza y es sacrificio, rechaza a los claudicantes y a los oportunistas, a los que en las horas de buena expectativa nos brindaron su ayuda para abandonarnos después. Ahora más que nunca defendamos la unidad del Partido y ahora más que nunca seamos severos con nosotros mismos.

Con la alegría profunda de los luchadores fuertes, con la convicción de nuestra gran causa, con la decisión de vencer, seguimos adelante. Seamos dignos del pueblo y hagamos que el pueblo sea digno de nosotros. ¡Sólo el Aprismo salvará al Perú!

1 Haya de la Torre, Víctor Raúl, Obras completas, tomo 5, págs. 87-90. Librería Editorial Juan Mejía Baca, Lima, 3ª ed., 1984.

LA TERCERA

EL DISCURSO DEL VETO

VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE

LIMA, 4 DE JULIO DE 1962 1

Compañeros convencionales, amigos del Partido:

Pedí, usando de mi derecho de fundador del Partido, la reunión de esta Convención Extraordinaria porque consideraba que era necesario, que era ineludible someter a la consideración de los representantes de la dirección del Partido en todo el Perú la situación creada en estos momentos decisivos de la vida política del país. Por eso estamos aquí y yo saludo a los convencionales que han venido de todos los ámbitos de la República, a los dirigentes del Partido que integran esta Convención, a los amigos de la Alianza Democrática y también a la prensa, a la cual solicitaría exactitud y precisión... (¡Bravo!, aplausos)... al informar lo que voy a decir, porque los momentos que vive la República y la importancia de este acto requieren la cooperación patriótica de todos los peruanos para encontrar, en esta hora grave del Perú, caminos de solución y no conflictos que acarrean problemas que pueden significar para el país grandes desastres.

Mensaje del Presidente

Quiero dar cuenta a los convencionales del Partido y a los amigos de Alianza Democrática, de la situación creada con motivo de un mensaje trasmitido por el señor Presidente de la República a mí, que viene a ser la culminación de una serie de rumores o de intercambios previos de opiniones y de sugerencias que yo valoré en toda su importancia, pero que, llegado el momento en que ellos fueran subrayados en la conversación que tuve hace dos días con el Presidente de la República, entrañaban ya mi obligación de dar cuenta al Partido y de intentar un nuevo paso hacia la solución de los problemas nacionales que han derivado de las elecciones del 10 de junio. Quiero ser objetivo, quiero que mi palabra vaya neta, escueta, sin retórica, a revelar los hechos y a darlos a conocer a ustedes, miembros de la Convención del Partido, a fin de buscar las soluciones que la situación que se ha creado en el país y de la que todos tenemos más o menos información, plantea casi como una crisis que yo espero con optimismo y con fe de peruano que habrá de salvarse o pueda salvarse. (Aplausos).

“Veto” de las Fuerzas Armadas

Había circulado en los días de las elecciones rumores sensacionalistas, de los cuales se hizo eco la prensa de Estados Unidos, acerca de lo que se dio en llamar un posible “veto” de la Fuerza Armada del Perú a mi candidatura. No les concedí mayor importancia, porque prevenían de una prensa proclive al sensacionalismo, que, bueno es decirlo ahora, la prensa norteamericana no coopera mucho a las buenas relaciones entre las dos Américas. (¡Bravo!, aplausos).

No fue, pues, la prensa seria del Perú, la prensa democrática, la que recogió esos rumores, fue la prensa de los Estados Unidos, en paradójica coincidencia con la prensa comunista. Por tanto, no merecía tomar en cuenta el insistente rumor de que las Fuerzas Armadas no veían con complacencia mi candidatura; y a todo corresponsal extranjero, especialmente a los norteamericanos que me fueron a ver, les respondí siempre que yo me atenía a las declaraciones del Ministro de Guerra, de los representantes de las Fuerzas Armadas en el Gobierno, que habían prometido y reiterado la absoluta imparcialidad de nuestro Ejército, de nuestra Marina y de nuestra Aviación en problemas políticos y su patriótica disposición a atenerse a los resultados de las elecciones y a cumplir con los deberes que la Constitución les señala, y especialmente, la Ley Electoral. No tenía yo por que conceder licencia o comentario a aquellas informaciones reiteradas de la prensa de los Estados Unidos que hacía eco a lo que aquí sólo sustentaba cierto periodismo odioso y la prensa comunista; que los dos marchan al compás... (Aplausos).

Candidatura y campaña

El Partido había presentado mi candidatura, esa candidatura había sido inscrita de acuerdo con la ley y aceptada por el Jurado Nacional de Elecciones. Ninguna voz se alzó en contra de aquella inscripción. La campaña presidencial de mi candidatura se inició libremente y durante toda ella no tuvimos noticia de ninguna objeción al inobjetable derecho que yo tenía, que el Partido había ejercido al postular una formula presidencial y al mantener su campaña durante seis meses para desembocar en las elecciones del 10 de junio. Ha sido después y cuando los escrutinios, al comienzo desconcertantes para muchos, derivaron hacia los resultados que ahora ya conocemos, que aparecieron ya más definidas estas sugerencias de posible descontento militar hacia la probabilidad de que yo obtuviera la mayoría en los cómputos. (Aplausos).

Confirma el rumor

Al tener noticia de que lo que había yo considerado simple rumor, fantasía de periodistas, sensacionalismo o tremendismo de la prensa norteamericana, cobraba visos de verosimilitud, confíe a dos amigos y altos jefes de las Fuerzas Armadas, uno después de otro: el teniente general de Aviación Polidoro García, Senador electo por Lambayeque (aplausos) y el capitán de navío, hoy Senador por el Callao, Alejandro Bastante (aplausos), la comisión, cívica por cierto, de informase acerca de la verdad de estos rumores y de requerir de los personeros de las fuerzas militares, la demanda cortés de una entrevista. Porque consideraba yo que si las versiones eran ciertas, ellas comportaban una forma de sentencia contra mí, y a nadie se sentencia sin ser oído, aún en los peores casos de delincuencia o de urgencia procesal. Por tanto, pedí esa entrevista. Porque además consideré que por el volumen de los votos que iba recibiendo, de acuerdo con los escrutinios oficiales, ya yo dejaba de ser un poco el ciudadano común y corriente que diría Pedro Roselló, y devenía uno de los dos o tres con opción a la Presidencia de la República entre doce millones de peruanos, (aplausos)... condición que me daba título para entrar en contacto con ministros del gobierno que forman parte de un régimen al cual ha sostenido con probada lealtad y decisión el Partido Aprista Peruano. (¡Bravo!, aplausos). Y estas demandas reiteradas de una entrevista para conocer directamente las razones o causas de esa supuesta o ya discutida objeción a mi candidatura, no tuvieron el éxito. Y entonces, en suspenso, esperé que los escrutinios continuaran hasta que, hace 48 horas, el sr. Presidente de la República me invitó a conversar con él. Sus palabras, trasmitieron el mensaje sustancial que significaba el pedido de mi apartamiento de la contienda electoral. (Gritos de ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Contigo hasta la muerte! ¡Iremos a la lucha! ¡Iremos a la lucha! ¡Iremos a la lucha!) Yo ruego a los compañeros Convencionales y a todos los compañeros apristas que están aquí que me concedan la gracia de escucharme reprimiendo en lo que sea posible sus emociones. Estoy hablando ahora más que al corazón al pensamiento de todos ustedes y no quiero agregar a la gravedad de estos instantes en que vivimos nada que desvíe o desnaturalice la significación de este mensaje.

Soluciones constructivas

De manera que yo pido que un Partido como el nuestro, con 30 años de experiencia, debe ayudar a que esta Convención se la verdadera senda exitosa que nos lleve a dar soluciones constructivas de este problema que hoy confronta el Perú. (Aplausos).

El mensaje del señor Presidente de la República, reitero, fue la culminación de una serie de informaciones precedentes de las cuales estaba advertido. Y creo que su intervención ha sido más bien constructiva. El ha sido siempre para mí, a pesar de que yo no lo he conocido antes del ejercicio de su mandato, un buen amigo. (Rumores) Y yo tengo el derecho de escogerlos. (Aplausos).

Al recibir el mensaje del señor Presidente, recibí, asimismo, algo que significaba mucho para el Perú: la oferta de que mi apartamiento de lucha significaría la reparación y la reafirmación de todo el hoy amenazado ordenamiento democrático en el Perú. (Gritos de ¡No! ¡No!). Ruego por favor ser escuchado. Después fallara el Partido, ahora hay que oír... Y que este apartamiento significaría que todo lo obtenido por la voluntad popular, por el sufragio libre de las recientes elecciones, ─que considero las más limpias y auténticas que ha tenido el Perú aunque hayamos perdido en algunas partes─ serian respetadas. Que el Parlamento ya elegido no sería impugnado y que el Partido contaría con las más amplias garantías. Que la Democracia se vería cabalmente estabilizada y que el Partido quedaba en plena libertad para tratar políticamente la solución de este problema en quien juzgara pertinente.

La única respuesta

Mi respuesta no podía ser otra que la que hubiera dado cualquier peruano responsable a quien se le demandara el sacrificio de sus aspiraciones o de su legitimo derecho, o de su vida misma, con la promesa cierta de que el ordenamiento constitucional sería mantenido como garantía estable del país. De que no habría más riesgos de golpismo o de que la amenaza totalitaria trajera de nuevo al Perú dictadura, terror, persecución, retroceso.

Y entonces, siendo yo el obstáculo, yo no tenía casi preguntar por qué, no podía pensarlo dos veces; y mi respuesta fue la de cualquier peruano consciente de sus responsabilidades y de sus sagrados deberes, dada en aras de la patria y para que la libertad siga imperando en ella. Y yo respondí: por mí, sí. (Gritos de no, no, no... profunda sensación en el auditorio)... Pero tuve sí el derecho de preguntar a mi vez ¿Por qué ese proceder encubierto? ¿Por qué esa forma de veredicto, de sentencia sin ser oído? ¿Por qué no se me había escuchado? Tal limitación de mis derechos ciudadanos significa un veto, una sentencia. Y ni en los consejos de guerra se condena a nadie sin ser oído. (Aplausos, aclamaciones, ¡Haya sí, otro no! ...).

Unidad nacional

Permítaseme aquí una digresión sobre algo que es valedero para demostrar cómo el Partido durante seis meses de campaña, y sin saber cuáles habrían de ser los resultados de la elección, preconizó la unidad nacional y el Gobierno de coordinación política de diversos partidos. Permítaseme aquí, asimismo, que yo advierta que, antes de la notificación presidencial, ya había intentado y conseguido el primer paso hacia mi conexión con los candidatos adversos. Porque queriendo ser discreto yo he esperado que los escrutinios oficiales comenzaran a darme la primera mayoría para entonces –aún sin saber si el tercio se había de alcanzar o no– buscar los contactos con los candidatos presidenciales de los otros partidos, pues yo no quería anticiparme; yo no quería caer en esa fantasiosa postura que acusa un poco de egolatría, al imaginar que yo era un candidato triunfante antes de que los escrutinios no me hubieran señalado exactamente esa prioridad; pero tan pronto como la comprobé, hice las primeras gestiones de acercamiento hacia los jefes de los otros partidos y conversé con el señor Belaúnde, con quien tuve una entrevista antes de la que después realicé con el Presidente de la República.

Los diarios sólo han dado cuenta del segundo coloquio; pero quiero que ustedes sepan que yo me ví con el señor Belaúnde días antes de recibir, del Presidente Prado, el mensaje que acabo de describir.

Gobierno de cooperación

¿Con qué propósito? Con el de echar las bases posibles de un gobierno de cooperación, de coordinación nacional, propósito que ha sido mi bandera durante toda la campaña desde enero hasta junio. Y vale advertirlo, antes que ningún otro de los candidatos formulara tal iniciativa.

Y entonces no fui a tratar con el señor Belaúnde acerca de quién debía ser el Presidente, fui a conversar sobre cómo sentar las bases de una política de coordinación que debía comenzar por la premisa de reconocer que era preciso que cualquiera de los tres partidos que habían competido en las elecciones concertara las normas de un gobierno de coordinación, porque los escrutinios iban indicando que ninguna de las tres fuerzas contendientes podría representar sola a la mayoría del electorado. Y que si pretendía gobernar solo quedaría enfrentado a las dos terceras partes de la ciudadanía electora, que juntas representarían siempre una fuerza mayor, adversa a la que gobernaba. Y fuera el Partido Aprista o fuera el Partido de Acción Popular o fuera el Partido Odriísta, el triunfante en las elecciones, ninguno podría gobernar solo, porque siempre tendría al frente a los dos tercios. (Aplausos).

Conversación con Belaúnde

Propuse, pues, al señor Belaúnde esta premisa: de reconocer la necesidad de un gobierno de coordinación nacional cualquiera que fuera el ganador presidencial; segundo, que esa coordinación nacional no fuera improvisada, que se concertara y se articulara con un acuerdo positivo de orden programático, de orden funcional, de orden administrativo, a fin –como yo dije entonces al señor Belaúnde, valiéndome de una palabra que todos ustedes van a comprender– de evitar en esas improvisaciones la formación de una amalgama incoherente y efímera que pudiera resultar –y usé el término– una “bustamantada”. (Risas). Con la experiencia de 1945, exigía la importancia de coordinar articuladamente, orgánicamente, las bases de un gobierno en el cual –subrayo– no se trataría de un convenio bilateral sino trilateral; dando siempre vigencia al Partido Odriísta que, a despecho de su minoría, significaba dentro del Parlamento una fuerza política real.

Así terminó la primera entrevista con el señor Belaúnde, cordial, amistosa, porque sé diferenciar las discrepancias políticas de los lazos perennes de la buena amistad. Y porque, además, durante mi campaña cuidé mucho, con el propósito de elevarla a su más encumbrado nivel de dignidad, de no usar jamás el dicterio fácil o la alusión ofensiva contra nadie y especialmente contra ninguno de los candidatos adversarios. Y tengo a orgullo decir que nadie osará desmentirme en esta afirmación. Que el respeto del adversario mantenido por mí personalmente, con gran cuidado, fue una de mis pautas de comportamiento más observadas a fin de que seamos verdadera democracia con todas las dimensiones de la docencia que la democracia acarrea. (Aplausos).

Recibido el mensaje del Presidente el mismo día en que yo debía celebrar mi segunda entrevista con el señor Belaúnde, fui a advertirle que las negociaciones quedaban interrumpidas porque yo con las manos atadas no sé negociar. Porque ya quedaba limitada mi facultad contractual. Yo fui aprovechado alumno de jurisprudencia y allí aprendí que es condición sine qua non de la vigencia de un contrato que quien lo celebre tenga plena libertad y no actúe bajo ninguna forma de coacción. Después de escuchar del señor Presidente su mensaje, yo quedaba ya disminuido, y fui a decirle al señor Belaúnde que las negociaciones conmigo, por lo menos, quedaban interrumpidas.

Contactos con Manuel Odría

Dentro de mi plan de acercamiento a todos los candidatos, y no obstante que ya antes que yo, el Secretario General del Partido se había entrevistado con el otro candidato, el señor general Odría, cumplí el programa de buscar contactos en la parte que me obligaba a verle también. Y fui a informarle de cuál era la situación, tal como se encontraba en aquél momento y fui a expresarle, además, el deseo del Partido Aprista de dar los pasos necesarios hacia la discusión de las bases de un gobierno de coordinación nacional.

Debo advertir, en homenaje a la verdad, que encontré en el candidato señor Odría una franca y clara disposición de defensa del orden constitucional, y una reiterada afirmación de que la única solución posible de este problema electoral del país sólo podía lograrse por los indesviables caminos de la ley, y que si ninguno de los candidatos había obtenido el tercio, sería el Congreso el llamado a dirimir entre los tres grandes. (Aplausos).

Así tiene la Convención Nacional del Partido el informe objetivo de la situación. Por mi parte yo sólo debo decir que con toda humildad, que con las más tranquila firmeza, he vivido durante estos tres días todas estas circunstancias y azares del destino. Y que en lo que a mí respecta creo haber cumplido mi deber de ciudadano al responder por mí mismo y no por mi Partido, que cuando a un peruano se le exige, sea cual fuere la razón, el sacrificio de lo más caro por el bien de la patria, que es su libertad, que es su derecho democrático, la razón de ser de su existencia, que es la defensa de sus instituciones, basadas en la validez del voto ciudadano, nadie puede rehusar a darlo todo. En este caso yo he dejado para después discutir y pensar si la demanda de este sacrificio entrañaba justicia o injusticia. Pues solamente respondí afirmativamente a lo que se me pedía y dije de primera intención: por el Perú todo, por la democracia todo, por la libertad todo, por la defensa de mi pueblo y su justicia todo. Porque he luchado 30 años para eso y aquí estoy una vez más listo a la inmolación. (¡Bravo! Aplausos).

Se me impone un sacrificio Yo quisiera, en primer término, compañeros convencionales, puesta delante de ustedes la realidad de los hechos, reafirmarles que sin malicia contra nadie, sin recriminación contra ninguno, bajo la invocación del sacrificio que se me impone, la represalia en un mundo como el nuestro en que todos somos un poco ofensores y todos un poco ofendidos. País en el que nadie puede tirar la primera piedra sintiéndose libre de pecado. Y el Aprismo ha enarbolado siempre la bandera de paz, de reconciliación, de reconstrucción del Perú y ha dado lecciones patentes, inequívocas de cómo sabe reconsiderar sus actitudes, sus criterios, sus puntos de vista respecto del adversario. Nosotros llevamos a las elecciones de 1936 al doctor Luis Antonio Eguiguren, ex sanchecerrista, hombre del partido adversario, quien, sin embargo, a la hora en que la Fuerza Armada entró a extraer del Palacio del Congreso a los Representantes apristas tuvo la gallardía cívica de protestar y de alejarse del país. Por eso le dimos nuestros votos en 1936 y fue sin duda legítimamente elegido Presidente de la República. Nosotros elegimos al doctor Bustamante, con quien no teníamos relación alguna de tipo político, simplemente porque cuando fue llamado por otros sectores para ofrecerle la Presidencia de la República respondió que él no aceptaría si el elector aprista no tenia libertad.

Nosotros hemos votado en 1956 por Manuel Prado, nuestro adversario y nuestro perseguidor de su primer periodo presidencial. Nosotros nos hemos reconciliado con el Mariscal Benavides y fue esta reconciliación y fue mi trato personal con él, y fue nuestra frecuente relación la que permitió constituir el Frente Democrático Nacional que posibilitó la elección del doctor Bustamante. Y en cada caso, cuando hemos tendido la mano al adversario, como la de tendido yo la otra noche al general Odría, he repetido: “Para las ofensas despiadadas, tremendas, no tengo memoria; que la Historia del Perú no es una excepción y las luchas que arrastró el Partido Aprista son casos señeros, únicos de este proceso de los acontecimientos de la vida nacional. El Perú ha vivido profundas crisis desde su independencia y lo han divido los odios y lo han desangrado las contiendas más terribles. Algunas veces en esta misma palestra del Partido recordé yo cómo Darwin a su paso por Lima rememoraba, en ese famoso libro de sus viajes que ha circulado en todos los idiomas, cómo al llegar aquí tuvo que presenciar los resultados de una intestina lucha sangrienta, frecuente en la época que siguió a la independencia. Y cómo anota sorprendido que la fiesta del 28 de julio del año en que él estuvo aquí, los bandos contendientes en la última de las muchas revueltas que entonces ya se habían producido, no enarbolaban la bandera de la patria sino un pendón negro con una calavera y dos canillas; porque eran los vencedores sobre el bando compatriota vencido. La Historia del Perú está así llena de esas tragedias y quienes pretendan magnificar la lucha del aprismo por su libertad, la guerra civil que se produce aquí a raíz de la caída de Leguía y considerarla como algo excepcional que no puede olvidarse, se equivocaron. Pues, si se ha llegado a olvidar nuestras guerras internacionales y no se quiere olvidar esta guerra interna sino contrariamente se quiere alentar su recuerdo constante y perennemente como una razón de odio y división del Perú, estaremos fuera de la realidad de la Historia, de las lecciones de la Historia Contemporánea. No se puede vivir del odio, no se puede vivir de la venganza, no se puede vivir de memorias, cuando ante todo y sobre todo está el destino y los designios de la patria. (Grandes aplausos).

Carne y sangre de nuestro pueblo

Eso es lo que quisimos hacer y queremos hacer y trataremos de hacer con las Fuerzas Armadas. Ya yo he dicho alguna vez: “Son carne de la carne y sangre de la sangre de nuestro pueblo, y de allí que todos nuestros programas –no hay sino que releerlos– desde 1931 hasta hoy, son programas que consideran y conceden gran importancia a las Fuerzas Armadas de la República. No se encontrará jamás, en ningún documento oficial del Partido, ningún agravio contra el Ejército, contra la Marina, contra la Aviación y contra la Policía. Se ha celebrado muchas veces por amigos aviadores una frase que, a pesar de que no me gusta citarme, proferí alguna vez en honor de ellos, al decir que son los soldados que mueren y son mártires en la paz y en la guerra”.

Nuestra voluntad, nuestra decisión de hacer del Perú un país en el cual no sea el odio la bandera negra que Darwin vio, es una decisión firme, tenaz, a la cual no se ha respondido siempre favorablemente, pero que nos ha deparado la complacencia de lograr algunas victorias. Cuando estuve recientemente en Piura celebré públicamente, desde la tribuna popular de Sullana, que en las listas de la Alianza Democrática figuraran con los apristas, ex sanchecerristas, ex socialistas, ex leguiístas; y me atreví a decir que la lista piurana nuestra era una prefiguración de esa anhelada coordinación de unidad nacional que nosotros buscamos. Y me fue grato, asimismo, en su propia tierra, saludar la memoria del gran adversario caído, de 1931, el general Sánchez Cerro, y rendirle el homenaje que hay que tributar al adversario cuando no se tiene el alma envenenada con el odio incurable que nada concede y que a nada compensa. (Aplausos).

Venganza no, justicia

Yo no vine al Perú a ser candidato para cobrar odios. Yo no vine al Perú a aceptar el mandato del Partido para enarbolar en nuestras banderas de lucha preelectoral lemas de venganza. Yo he repetido esta vez lo que dije en la plaza San Martín el 8 de octubre de 1931, en las vísperas de las elecciones de aquel año, cuando declaré que en la banderas del Aprismo no está escrita la palabra venganza, sino la palabra justicia. Creo y he creído siempre que en el Perú hay mucho dolor, que hay mucha opresión, que hay mucho abuso, y por eso entregué mi vida desde muchacho a luchar contra tanta injusticia, a condición de que en esa lucha no se inmolara la libertad... (Aplausos). Y esa fue la gran aspiración de mi vida y dentro de esa escuela se formaron todos los que después vinieron conmigo, y también los que conmigo fueron cofundadores de este gran movimiento.

Nadie ha oído de mi en 30 años y yo requiero y lo demando de cualquier aprista, la palabra adulación demagógica. Nunca he adulado al pueblo ni lo adularé jamás porque no he adulado a nadie... Pero, si le he dicho que para salvar al país, que para el redimirlo de sus injusticias, de su incultura, de su descenso moral, es necesario levantarse sobre las pasiones y es necesario insertar en la doctrina y en el comportamiento político este factor nuevo que es para mí la antítesis de aquello que decía Napoleón: “La política no tiene entrañas”, voz de tirano. Para mí la política sin corazón, no es política. (Aplausos).

Claro está que hay que lamentar hechos dolorosos, claro está que en nuestra historia hemos cometido errores, –¿quién no? – No somos un Partido de ángeles (y ya lo dije alguna vez) ni de San Franciscos de Asises. Somos un Partido de hombres susceptibles de error y de pecar que han querido redimirse y reeducarse.

Pero nadie puede negar que este Partido ha logrado la hazaña histórica de conformar un movimiento cívico que ha sabido arrostrar todos los embates, todas las persecuciones, todas las asechanzas, que ha sido vencedor de la adversidad y que ha redimido cada vez a más grande altura una calidad ciudadana que es ejemplar para todos los peruanos y que a sotto voce, o declaradamente, es también reconocido por todos los peruanos con el corazón bien puesto.

(Aplausos). Por eso es que venimos a tomar parte en esta lucha de 1962, ejerciendo un derecho que habíamos robustecido con esta participación sacrificada en la política de la Convivencia, en la cual, contra todos los vaticinios pesimistas que decían que perderíamos fuerza por acompañar a un gobierno en el cual no teníamos parte y de cuya suerte no podíamos arriesgar ningún pronóstico –a pesar de eso– nuestro amor por la libertad, nuestra devoción por sostener un régimen que la garantizara para todos, aun para sus enemigos, nos llevó a sostener la Convivencia como la expresión educadora de una democracia que sin tolerancia y sin perdón no puede emprender el nuevo camino de restaurar en el país los valores morales que son indispensables e indesdeñables si se ha de conseguir una alta cultura política. (Aplausos).

Gobierno tecnificado

Nosotros tratamos, pues, de superar durante estos seis años nuestros mayores esfuerzos hacia una nueva forma de coordinación política, a fin de alcanzar las metas de un gobierno tecnificado. Para ello constituimos una Secretaria de Plan de Gobierno, en la cual tomaron parte nuestros mejores técnicos y en la que no fue excluida la cooperación de elementos importantes del país. Recordemos que en nuestra Secretaría de Plan de Gobierno han cooperado hombres de todas las procedencias ideológicas, cuando han sido invitados. Y han cooperado también hombres representativos de las Fuerzas Armadas del Perú. No quiero hacer recuerdos personales, pero todos los sabemos, porque desde nuestro programa de 1931, cuando propusimos el establecimiento del Congreso Económico Nacional, allí señalamos una función, una misión y una responsabilidad a las Fuerzas Armadas. Y allí está nuestro programa y allí está, después, el manifiesto a la nación que yo dirigí en marzo o en febrero de 1932, manifiesto que aparece en la colección de mis libros o de mis obras políticas, pero cuya lectura yo requiero a quien quiera considerar y juzgar la verdadera obra del Aprismo.

Desde entonces hasta hoy nuestro mensaje a las Fuerzas Armadas ha sido un mensaje cordial. No es, como ha dicho la propaganda malévola y emponzoñadora, una campaña contraria al Ejército, a la Marina o a la Aviación. Nosotros hemos dicho que son instituciones indispensables para la vida del país y que hay que darles todo el respaldo, todo el prestigio, toda la importancia que deben tener dentro de la vida de la República.

Las instituciones militares

¿Dónde está y cuándo se ha dicho por nosotros algo que no sea en favor y defensa de las instituciones militares, como complemento de la vida institucional del Perú? ¡Nunca! Ha sido la propaganda malévola, la politiquería de baja clase la que ha querido agitar fratricidamente episodios deplorables, luchas ominosas que han tenido todos los países de América y que aquí se produjeron antes de nosotros muchas veces en cruentas contiendas que relata la Historia del Perú. Yo, a quien se quiere sindicar ahora como el jefe responsable de aquellos episodios dolorosos, podría decir en mi defensa modesta, si yo pretendiera algo que favoreciera mi posición individual, que todo aquello que ocurrió, cruento, doloroso y lamentable, aconteció cuando yo me hallaba entre rejas. (aplausos, gritos de ¡así fue!).

Por eso me parece de una importancia extraordinaria que en esta breve revisión, en este sumario repaso de nuestra historia partidaria, no tenga ánimo de hacer un alegato en mi defensa, pero si de dejar sentada la verdad en cuanto al Partido atañe. Yo tengo que decir que el Partido mantuvo siempre esta fe de confraternidad peruana, que por eso fuimos a las recientes elecciones, que antes de saber cuántos votos obtendríamos dijimos que había que gobernar con todos; que esto no era nuevo para nosotros porque la Convivencia era ya una expresión precursora de esta línea política nuestra: ayudar al mantenimiento y al crédito de la democracia y porque antes de 1956, y a despecho de un fracaso, también intentamos la misma coordinación. Cuando organizamos el Frente Democrático Nacional de 1945, cuando elegimos con nuestros votos a un Presidente que no era aprista; cuando dimos nuestros sufragios a la mitad de un Congreso que nos era partidariamente ajeno, y cuando ninguno de aquellos elegidos de entonces puede decir que les pedimos nada ni que les impusimos condición alguna.

Queríamos una democracia en la que jugara la divergencia y la oposición. Y por esos votamos por agentes de diversos sectores. Porque entonces no había partido alguno organizado en la derecha, elegimos a nuestros opositores y no les pusimos taxativas y entre ellos fue elegido el propio señor Belaúnde (¡Sí! ¡Sí!).

¿Quién puede decir que alguna vez pusimos condición a nuestros votos?

(Aplausos). Grave es esta hora, ciertamente, pero yo no quiero dramatizarla al punto de que de esta situación, que es una peripecia, puedan salir conclusiones negativas. Yo sé que el Partido tiene derechos inabdicables, y sé que en una Democracia el primero de todos los derechos es el derecho del sufragio. Yo sé que hemos ejercido este derecho a plenitud, con conciencia, con entusiasmo y con confianza de que estas elecciones han sido limpias y nuestros votos serían respetados. Y sé, y lo sé ahora más, porque estoy convencido que todas las impugnaciones y todas la objeciones al proceso electoral quedarían eliminadas como se me ha dicho, con mi sacrificio. Y esto no es una recriminación; esto es un buen título moral para una leal idea patriótica de no esgrimir ciertos argumentos que puedan escaparse a las dimensiones de un razonamiento de veras lógico.

Presidente por el “veto”

He recogido, como una de las condiciones de esta limitación, que algunos quieren que no se llame veto, pero que alguien, como una gracia, ha dicho que aparece como el resultado de quien aspira a ser Presidente no por el “voto” sino por el “veto”. (Risas). Yo debiera recordar que una de las ofertas más importantes y más alentadoras ha sido ésta de que mi apartamiento de la lucha permitiría la revocación de todos los pedidos de impugnación de las elecciones. Lo cual me ha hecho pensar –no sé si con un exceso de imaginación– que no deben ser muy serias las objeciones e impugnaciones presentadas cuando pueden eliminarse dentro de un trato. (Aplausos).

Y digo esto no con ánimos, como se dice popularmente, de “echar la leña a la hoguera”. Entiéndase bien, compañeros apristas, que mi propósito no es destruir ni tomar ventaja de situaciones que me favorecen en un momento en que podría hacerlo si no tuviera en buen equilibrio mis facultades mentales... (Aplausos). No pretendo, ciertamente, en forma alguna lucrar políticamente con esta crítica situación que sin duda alguna me favorece grandemente. Dejo antes bien esos fallos a la Historia. Siempre he dicho que la única vanidad o el único personalismo que me ha animado en la vida es tener una biografía completa cuando ya yo no pueda sentir los halagos de la vanidad. Y quiero que esto sirva para ejemplo. Porque mientras vive el hombre controvertible debe ser discutido y yo lo soy y lo seré. Pero a mí me alienta y a mí me inspira una sola aspiración: la Historia. Y yo sé que este momento y que esta situación es una entrega que la Historia me hace.

No quiero, empero, aprovecharme de ella. Deseo, más bien, que laboremos, que construyamos, que sigamos adelante, porque hay que hacer Historia haciendo al Perú. (Aplausos).

Llamamiento contra la impaciencia

De aquí compañeros –y me dirijo especialmente a los apristas dirigentes congregados en esta Convención–, de aquí que nunca como ahora sea más importante aceptar este reto de la Historia que pareciera decirle al Partido: si es que acaso has asumido la responsabilidad de ser su fuerza conductora, por tu veteranía y tu capacidad gobernante, ¡responde a tu designio histórico, aprende a ser sereno de acuerdo con aquel mandato del Inca Pachacútec que registra Garcilaso en sus Comentarios, el cual es un llamamiento contra la impaciencia y cuyo más alto apotegma que señala la grandeza del hombre medida en su serenidad frente a las adversidades. (Aplausos).

Estamos en una hora de prueba. Se ha esperado de nosotros la reacción pasional, la reacción primaria, la reacción resentida, la protesta explicable ante la injusticia. Pero aquí estoy yo que he fundado este Partido, que he vivido con él y que he luchado con él para decirles que ahora más que nunca hay que ser serenos y tranquilos, y acometer esta realidad en toda su dimensión anteponiendo el nombre del Perú y su importancia y su designio y su libertad a cualquier interés, incluso al mío... (Aplausos).

No abdicaremos de nuestros derechos

Lo cual no significa que abdiquemos de nuestros derechos. (¡Bravo!, aplausos). Porque nuestra tradición de firmeza es nuestra condición de responsabilidad. Hemos sabido soportar las adversidades, hemos sabido perdonar a los adversarios, hemos sabido guiarlos con lealtad. Pero es necesario, también, que ahora digamos que si hoy nos debemos sacrificar nos sacrificamos conscientemente de lo que vamos a inmolar... No por cobardía ni por debilidad. Y esta ha sido y es la razón de nuestra actitud. Nuestra declaración no comporta melancolía, ni desconsuelo para nadie. Esta declaración significa el llamamiento a cada compañero, a cada aprista para que en esta hora en que asomaron amenazadoras contra nosotros las pasiones inconfesables y las apetencias incontenibles pretendiendo sacrificarlo todo y la patria misma a sus ambiciones y a sus apetitos, nosotros debemos llegar a ser el contrarrelato creador.

¿Juego comunista?

He esgrimido la bandera anticomunista franca y abierta, y soy yo el único candidato que tiene impedimento para ser Presidente de la República.

(Aplausos...). Y entonces sí tenemos derecho a preguntar: ¿dónde quedamos en nuestra lucha frente al comunismo? ¿En qué campo estamos? ¿Quiénes son nuestros aliados? Y yo estoy seguro que la respuesta la dará el país civil y militar porque contra el comunismo estamos todos los peruanos. Por eso hay que decidir las cosas, por eso hay que precisar esta situación política dentro de su verdadera dimensión de realidad porque no es el Perú una isla y hasta las islas, como Cuba, caen dentro de los grandes abismos de las grandes atracciones de la gravitación de los dos mundos... Aquí estamos nosotros frente a una interdependencia innegable. Este problema solo no es problema peruano, es un problema internacional y aquí está el comunismo extendido y funcionando. Y yo quiero ante todo y sobre todo, como primera garantía por la cual yo no solamente daría el derecho a ser Presidente de la República sino la vida misma, yo quiero saber si este sacrificio me dará la seguridad de que el comunismo no está haciendo su juego y no está amenazando al país aprovechándose de nuestras divisiones y esperando la oportunidad del caos.

Yo doy desde aquí la razón de mi llamamiento a todos los peruanos, invocando su patriotismo, para que olviden sus enconos y depongan sus rencores al punto de evitar que el país caiga bajo la misma trágica situación en que Cuba cayó después de situaciones semejantes. ¿Quién nos garantiza que el país en el cual la democracia es desacreditada, sus instituciones normativas son cuestionadas, el sufragio aparece fraudulento, vale decir, en un país en el cual ninguna de las instituciones normativas de la democracia merece crédito también, quién nos garantiza que en una situación tal los peruanos piensen que ese es el camino para justificar una dictadura que todo lo trate de componer y que en realidad no haría más que acelerar nuestra descomposición? ¿Quién nos asegura que detrás de todo ello no esté la mano siniestra del comunismo, cuyos agentes están escondidos en instituciones, en corporaciones, en dependencias gubernativas, actuando todos de acuerdo...?

Y éste es el punto fundamental que le incumbe al Partido, que le señala una responsabilidad. Nosotros hemos ganado estas elecciones por mayoría de votos contra seis candidatos opositores, pero nuestra bandera ha sido clara, neta, inequívoca... nosotros hemos sido la candidatura del anticomunismo porque hoy día no se es demócrata cabal, no se es demócrata amante de la democracia si se entiende de justicia, si no se es anticomunista. (Aplausos).

Serenidad aprista

Estos son los elementos de juicio que yo desearía fueran considerados por esta Convención. Quienes esperen de ella palabras de reto o represalia, en respuesta a la provocación, deben ser frustrados en sus expectativas. Quienes esperen de nosotros altisonantes, arrogancias que aceleren y ahonden la crisis que vive el país y de la cual el mejor lucrador es el comunismo, deben esperar en vano.

Porque detrás de todo esto pululan y urden los “salvadores” comunistas. Esa es mi invocación compañeros convencionales. Mi nombre, mi persona, mi derecho, tiene una importancia relativa, frente al nombre, la importancia y el derecho de los peruanos todos. (Aplausos). Yo no quiero adelantar nada a los juicios y a los acuerdos que ustedes han de celebrar para señalar una estimativa clara de la magnitud de este problema y de la gravedad de sus solución. Pero sí podría sugerir en primer término y sobre todas las cosas, lo que es más difícil en una país como el nuestro: ser serenos. Porque lo hemos sido en 30 años y porque la paciencia ha sido nuestro mejor maestro y en segundo lugar tener un concepto claro de nuestra responsabilidad y pensar que de las situaciones más difíciles pueden extraerse con serenidad y buen juicio soluciones y exigencias positivas.

Aprismo e historia

Por esos mi demanda primera fue el testimonio fraterno de mi gratitud por la magnífica y grande solidaridad que el Aprismo ha demostrado conmigo, el pedirles a ustedes distinguir lo que significo yo y lo que significa el Perú; y en segundo lugar, pensar que con ese criterio patriótico y creador se pueden alcanzar soluciones constructivas y claras. El Partido ha logrado formar muchos hombres, hemos hecho escuela veteranos que fundamos este movimiento. Hacia él vienen y vendrán hornadas de elementos nuevos. El Aprismo no morirá con sus fundadores. Los ensayos que para matarlo se han hecho han fracaso todos.

(Aplausos). El Aprismo debe proseguir su gran andadura histórica y dentro de esta buena avanzada hacia el futuro hay que pensar que por más que yo sea el fundador del Partido hay algo que vale más que eso. Esto no significa renunciamiento, ni abandono, ni rendición, ni debilidad de mi parte. (Aplausos).

Esto significa simplemente mi demanda, mi requerimiento, mi invitación hacia el enfoque de este problema, sin duda grave, al cual hay que afrontar, en un momento sin duda solemne, siendo condignos de su trascendencia. Porque yo creo que hay cosas que comportan su importancia por sí mismas, pienso que hemos alcanzado en este minuto histórico del Perú un nivel que nadie nos puede negar y que nosotros para darle validez, prestigio y gloria no demos ufanarnos.

Rectificación fundamental

Una vez más se está obligando al Aprismo a que inscriba su nombre en el capítulo de las grandes hazañas democráticas del Perú. Tengamos por contraste la actitud tranquila y ecuánime de saber que aquello quedará escrito y de no caer en la fanfarronería barata de alardear nuestra situación privilegiada. Pero enfrentemos la situación, afrontémosla usando, esgrimiendo, las armas de la razón. Yo tengo fe en que los peruanos que me escuchan más allá del ámbito de esta asamblea estarán con nosotros por lo menos y que es necesario que el Perú se rectifique y que nosotros cooperemos a esa rectificación. Eso es para nosotros fundamental. Y de allí, que esta Convención debe discutir tranquilamente las mejores formas de hacer valer su cooperación a las grandes soluciones del problema peruano.

Tercio legal

Nosotros mantenemos nuestra posición de ganadores de la primera mayoría en las votaciones. En el Perú existe una ley y hay que acatar la ley que exige el tercio, el cual no se requiere ni en Inglaterra, ni en Estados Unidos, ni en Canadá, ni en Uruguay ni en la mayor parte de los Estados democráticos donde con un voto se es elegido si se tiene la mayoría de ese voto. Pero en nuestro caso ya está conseguida la victoria moral y hay un triunfo electoral de primera mayoría ¿qué más? Ahora tenemos por delante la tarea de defender el cumplimiento de la ley y que este problema de la sucesión presidencial se resuelva por el Congreso como lo manda la Constitución.

Respaldo al Jurado Nacional de Elecciones

Considero que nuestra primera demanda, y no intento anticiparme con esto a los acuerdos de esta Convención, sino que me nuevo dentro de los linderos de lo que es lícito y de lo que es general, debe dirigirse hacia la defensa de la majestad y de la autoridad del Jurado Nacional de Elecciones, que es el Poder Supremo en materia electoral. (Aplausos). Y en este aspecto, hay que reconocerlo, es el Partido Odriísta el que se halla en la misma posición. Coincidimos con él y marcharemos con él a la defensa de ese derecho del Jurado. (Aplausos). Pero contribuyamos, cooperemos, ayudemos a la defensa de la Constitución que no tiene más resguardo que la voluntad ciudadana ni más garantía que la fe del pueblo! (Aplausos).

Porque eso es la esencia de la democracia, el filósofo Bertrand Rusell ha dicho una gran verdad: puede haber gobierno sin ley, pero no ley sin gobierno. Las dictaduras, los gobiernos golpistas suplantan la ley por la voluntad del déspota. En el Perú, parte de nuestro gobierno constitucional, parte del Estado de Derecho es el Jurado Nacional de Elecciones.

Defender la constitucionalidad

Nosotros tenemos a orgullo declarar que en muchos casos quizá habríamos tenido razón para impugnar una u otra elección, pero que en vista que se atentaba contra la majestad, integridad, crédito y justicia del Jurado, hemos desistido de estas demandas menores para darle fuerza moral. Porque vivimos en momentos críticos en los cuales a los que es derecho y es ley hay que darle la fortaleza y el respaldo de la voluntad de la ciudadanía. Eso es lo que necesitamos nosotros como primera tarea: defender la Constitucionalidad. (¡Bravo!, aplausos)... Y que no sea el capricho, que no sea la ambición, que no sea el contubernio, que no sea la apetencia inconfesable, lo que rija el proceso electoral del Perú, sino la Constitución y la voluntad soberana del pueblo. (¡Bravo!, aplausos).

Porque no podemos permitir que el Perú aparezca como una República cuyas instituciones son vacilantes o son vulnerables. No podemos permitir la “congolización” del Perú, porque entonces vendrán los “lumumbas” pero vendrá la anarquía, el caos, el terrorismo y la barbarie. (Aplausos).

Debemos defender, ante todo, lo que constituye el sistema institucional de la República. Cada uno en su puesto, cada uno en su deber, cada uno en su misión, porque esa es la obligación de todos los funcionarios de la República sea cual sea su carrera o situación. ¡Para eso les paga el pueblo! (Aplausos). Nosotros necesitamos poner muy alto el nuevo sentido de la democracia y vivir al compás con el mundo. En estos últimos años, después de la última guerra mundial, la conciencia democrática mundial ha dado un salto cuyo disparo significa, sin duda, una de las creaciones más profundas y más avanzadas que se hayan producido en la historia humana.

La unidad europea

Yo, como un poco testigo presencial de ese trastrueque, he visto, he vivido y trabajado en la Europa de la primera postguerra y la he visto de adentro, no como turista, puedo decir que uno de los grandes cambios del mundo es el que nos marca el ritmo de este nuevo acontecer de los pueblos europeos.

Franceses y alemanes

Y que si es asombroso comprobar los portentos de la tecnología en Europa para mí es más asombroso quizá ver a los franceses abrazándose con los alemanes, y asistir a la unidad de Europa, ver cómo estos nuevos ciudadanos de la tierra tienden un manto de olvido sobre sus 50 millones de muertos de la última guerra y construyen la unidad de esta comunidad europea contemporánea. Y levantan sobre el pasado doloroso, de 2 mil años de guerra, de rivalidades, de recelos, este edificio de la comunidad y el Mercado Común que representa la esperanza más segura de la civilización y la defensa más auténtica y estable frente a la agresión comunista. Yo, que no concedo a nadie más patriotismo que a Alemania, he visto a los soldados alemanes llegar a Inglaterra para instalarse allí, como a los soldados franceses acuartelados en Alemania y a los alemanes en Francia, y a los belgas en Italia y viceversa. Para quien ha vivido en Europa de la primera postguerra, esto aparece como casi inimaginable.

Signo de perdón

Allí donde se creó el patriotismo, allí donde nació el nacionalismo, allí donde surgió toda la literatura jingoísta y xenófoba que ha invadido la tierra, allí, está elevándose sobre la conciencia innovada de los hombres un signo de perdón como signo de los tiempos. Un signo de reconciliación y de reparación. Porque del lado comunista también se está creando ese enjambre de pueblos, esa conformación centralizada y monolítica de naciones, porque es el destino histórico de todos los pueblos civilizados de la tierra y es, asimismo, el destino histórico de América, al cual nos adelantamos nosotros en 30 años. Audacia que hemos pagado caro, con más de 25 de proscripción como ciudadanos. Pero de la que está aquí el testimonio de que no nos equivocamos. Pues es también designio americano el de responder a esta expresión mundial, articulada en una nueva forma de conciencia continentalista. (Aplausos).

Y esa es una de las genuinas glorias del APRA. La gloria de haber sido un movimiento precursor, gloria comprobada por la Historia misma de la cual todos podemos ya dar una viva lección. Puesto que si los pueblos más distanciados, más enconadamente enemigos se reconcilian y se abrazan ¿por qué entre peruanos no nos vamos a tender las manos? ¿Por qué hemos de seguir alimentando odios, exaltando rencores, desangrándonos, en esta lucha sin perdón y explotándola para beneficio de egoísmos, de candidaturas o de subalternas aspiraciones? (Aplausos).

El llamado fraterno

El primer llamado que nosotros tenemos que hacer a todos los peruanos, civiles y militares, es decirles: hermanos del Perú, por sobre todas las diferencias y las malas memorias están los destinos de la patria. Por sobre todo aquello que significó para nosotros, ofensa, injuria, dolor, prevalece un nuevo mandato y una nueva conciencia que nos viene del mundo, y que es norte que nos marca Ia condición indesligable para alcanzar los destinos superados de una nación justa y libre... (Aplausos)... Y es con el título que yo tengo ahora que doy esta respuesta.

Y este es mi mensaje que el Partido complementara a quiénes me han dicho que tengo el camino abierto hacia la meta que los votos mayoritarios del pueblo me han señalado; yo les contesto: sea, pero vamos a unirnos, vamos a juntarnos, vamos a reconciliarnos, vamos a construir un nuevo Perú. No a costa del dolor y de la injusticia. No más a costa de la falacia, del engaño a la voluntad popular.

Vamos a juntarnos para crear, para hacer, para elevar las condiciones de vida de este país, tanto materiales como espirituales, tanto económicas como políticas. Vamos a darle al Perú una nueva dimensión. Y no ofrezcamos el espectáculo vergonzoso de aparecer ante el continente como un pueblo en el cual sus instituciones carecen de autonomía, su democracia está recortada y los derechos del hombre tienen una limitación dictatorial que no puede explicarse. (Aplausos).

¿Las elecciones fueron limpias?

Esta es la tarea del aprismo y esta es la demanda que yo hago a los apristas en sus dirigentes, en sus convencionales, que han venido de los diversos ámbitos del país, donde todos saben que las elecciones fueron limpias: limpias cuando perdimos y limpias cuando ganamos. Pues muchos han comprobado, para su sorpresa o para su júbilo, que en estas elecciones se dieron los resultados más contradictorios e inesperados en cuya contradicción y sorpresas, precisamente, está la mejor probanza de la autenticidad y de la libertad del voto.

¿Dónde está el fraude?

Cuando yo gano en Tumbes y pierden las listas que debían ir conmigo en el mismo sobre, ¿quién puede hablar de fraude? Cuando yo pierdo en Madre de Dios y en Huancavelica y gana la lista de Alianza Democrática, ¿quién hizo el fraude a quién? ¿Me lo hicieron los de la Alianza Democrática o yo se lo quise hacer a ellos en Tumbes? (Risas). Cuando vemos que el Partido del Gobierno en Lambayeque pierde la elección vencido por nosotros a pesar de tener sus autoridades administrativas y edilicias y es el propio Presidente de la Cámara de 18Diputados quien resulta vencido por una votación que es la nuestra. ¿Dónde estaba el fraude y la protección de las autoridades? Cuando vemos que en el Callao pierdo yo y gana la lista de la Alianza Democrática, ¿quién hizo —repito— el fraude a quién?

No es sorpresa que en la Libertad haya ganado y en Cajamarca, donde la tradición y la historia apristas señalan esas victorias sucesivas. Donde hay ligazones profundas que vinculan mi nombre y mi raza a esos dos departamentos peruanos (aplausos)... Porque hay la ligazón y el recuerdo de la tierra donde nacieron los padres de uno... ¿dónde está el fraude? (Gritos: ¡Trujillo!).

El voto aprista

Hay sí un signo estimulante, alentador, que con valor de historia y de observaciones sociológicas podría dar los mejores indicios de lo que es el Perú y de lo que puede ser su democracia: donde triunfamos más, donde la votación aparece más homogénea, es donde el industrialismo está más avanzado, donde el alfabetismo tiene más elevado nivel, donde la cultura general parece coincidir con la cultura política... (Aplausos).

Hay algo más y es para nosotros también honroso haber comprobado que en estas elecciones perdidas en Lima, no puede ser prueba aquella falsa premisa que donde se tiene una buena demostración en las plazas, se gana en las ánforas. Pero, sobre todas las cosas, lo que aprendemos nosotros de estas elecciones no es de la controversia presidencial ajustada, cerrada. Es de la expresión del nuevo Parlamento, donde aparecen las representaciones proporcionales de los partidos correlativas a su importancia, a su volumen, a su historia. ¡Lo que indicaría lo poco que valemos los candidatos presidenciales frente a la importancia y a la expresión de la elección parlamentaria! Y lo cual sustenta mi tesis durante mi trato preelectoral con los candidatos, cuando les dije que no es lo más importante saber quién va a ser el Presidente. Lo más importante es organizar un gobierno de coordinación, comenzar la construcción del edificio no por el capitel o la cornisa, sino por los cimientos, a fin de garantizarle al país libertades, derechos, vigilancia de sus intereses, preocupación por sus problemas, tarea conjunta de comunes denominadores en los cuales tendremos todos trabajo para seis años o más. Y entonces dejar a los presidentes en segundo término, porque hay que acordarse que yo tengo una tesis: la de despresidencializar al Perú... (Aplausos).

Y hacia ese objeto debemos marchar. Por tanto debemos velar por la elección de este Parlamento, auténtica expresión de la voluntad popular, elección en la cual no hay tercio por fortuna. De aquí tenemos Senadores que han conseguido una mayoría de 14 o 15 votos y son Senadores, como debía ser para los Presidentes. (Aplausos).

Tenemos, pues, una expresión más real, más acreditada, de lo que es la voluntad popular en el nuevo Congreso. Porque en el afán de luchar (esta es una especie de recuerdo residual de nuestro caudillaje) por quienes debían ser los primeros mandatarios, se dejó un poco más de libertad de escogencia al sufragio que ha sido expresión de las elecciones parlamentarias.

Trabajemos por el Perú

Empero, debemos sí sostener que estas elecciones, todas las que nos favorecían y las que no nos favorecen, son elecciones legítimas y es artificio bien probado ya, de que las impugnaciones y las observaciones no responden a realidades que afecten la autenticidad del voto. Porque no hay elección perfecta. Recordemos que en las últimas en Estados Unidos hubo motivo de impugnación. El señor Kennedy sacó una mayoría de un poco más de 50 mil votos en 40 millones de electores. Y cuando se habló de impugnaciones, porque siempre hay errores, equivocaciones o acaso menores picardías, fueron los propios republicanos los que en resguardo de la majestad y crédito de la democracia norteamericana, resolvieron no insistir. Con ese criterio patriótico debíamos proceder acá y no dar el lamentable espectáculo de estarnos peleando por posiciones, o de estar usando el proceso electoral, a fin de satisfacer rivalidades o diferencias de tipo político.

(Aplausos). A todo aquello hay que superar y por eso nuestro llamado debe ser firme y leal en todos los peruanos por igual. Yo no sé cuáles han de ser las resoluciones de esta Convención, pero mi llamado, mi invocación a todos y desde aquí al país, es la que puede sintetizarse en estas breves palabras: trabajemos por la confraternización de los peruanos, ennoblezcámonos en el ejemplo de darnos todos a esta lucha generosa por tendernos la mano y llamarnos compatriotas. (Aplausos).

Ahora somos un tercio

Después de la elección, de veras llena de experiencia, que nos han dado las elecciones del 10 de junio, cuando muchos optimistas han visto defraudadas o corregidas sus ilusiones, tenemos que rendirnos ante la realidad, tenemos que reconocer lo que fue perceptible al día siguiente de la elección. Por ejemplo, que el Partido Aprista en el campo electoral ya no podría llamarse más “partido de las mayorías nacionales”, y que, como dije a algunos compañeros, este honroso título, que por 30 años hemos ostentado, debe tenerse por lo pronto en la refrigeradora y esperar que lo recuperemos en otras elecciones. (Aplausos)... Hay que tener la generosidad y la valentía de reconocer que ahora, electoralmente, somos un tercio, aunque popularmente podamos ser más con el concurso emocional y voluntarioso de los peruanos analfabetos. Pero como ciudadanos votantes somos un tercio y tenemos al frente dos tercios, como lo tendrá cualquier partido que intente gobernar solo. En consecuencia, es un dictado de los hechos, es un veredicto de la realidad, es una consecuencia de las elecciones que no habrá partido que pueda gobernar solo y que hay que modificar programas, doctrinas y 20comportamientos ajustándolos a esta realidad de gobernar en coordinación nacional. ¿Lo veis compañeros? (¡Sí!, ¡Sí!).

¡Esa es la primera lección de estas elecciones! El Partido Aprista debe gobernar coordinadamente. Por consiguiente debe adecuarse a esta nueva realidad. Y hay que decirle a los otros partidos: no hay partido providencial; no hay candidato con derecho divino. Aquí son los votos los que mandan dentro de la exigüidad de esta mayoría circunscrita. Y esta realidad impone también otro comportamiento: el de organizar un gobierno coordinado y la actitud de nuestra conciencia, de nuestro modo de ser político adaptada y sujeta a esta nueva condición que deriva del voto popular, cuya es la expresión suprema de la voluntad del pueblo.

Parlamento: auténtica dimensión

De ahí parte el camino nuevo que debemos seguir. Somos demócratas y reconocemos las leyes de la democracia. Para nosotros es tan dura ley, como para los otros dos partidos, el saber que nadie puede decir que es partido de mayoría, aunque podamos quizá ostentar ese título que nos ha dado una mayoría de 14 o 15 mil votos. Pero la compensación cualitativa de este hecho está en el Parlamento. En el Parlamento sí las proporciones aparecen en su auténtica dimensión. Y ese Parlamento es, por tanto, a mi criterio, la expresión veraz de nuestra realidad político-social. Por ello es que debemos mantenerlo. Por ello es que es faccioso e ilícito atentar contra su integridad.

Claro que es difícil responder a la pregunta, ¿por qué de Lima no sacó el Aprismo un solo representante?

Exploremos en el misterio, indaguemos estos secretos de las cámaras secretas donde se ponen los votos de los sobres cerrados. Pero la verdad es esa. Como Acción Democrática perdió en Caracas en las últimas elecciones presidenciales, así el Aprismo perdió en Lima. Y pongo este ejemplo, para decir que aunque parezca paradojal, o para muchos inexplicable, ésta es una realidad que debemos acatar como la consecuencia de estas elecciones. ¡Y hay que ser demócratas! Y obedecer a las leyes de la democracia. Pero hay que exigir a los otros que las obedezcan también y las respeten. Que no seamos solo nosotros los que nos sacrifiquemos en nuestros derechos y expectativas, sino que sean también ellos. Y entonces todos juntos marcharemos a construir y a crear una democracia de verdad. (Aplausos).

Pensando en el Perú

Aquí queda abierta, compañeros, esta Convención. Aquí queda abierto para ustedes el debate en esta sesión permanente, de la cual hemos de obtener el punto de vista del Partido, su fórmula de enjuiciamiento de esta realidad. Y yo quedo fuera de discusión porque ustedes deben discutir libremente. Sé que cada uno de ustedes está ligado a mí por afectos, por esa fraternidad indestructible de nuestro gran Partido. Pero también en la hora de discutir hay que poner esos sentimientos en la refrigeradora y discutir libremente pensando en el Perú; pensando en los grandes intereses de nuestro pueblo; pensando en la importancia extraordinaria e indispensable de que nuestro país tenga paz, de que nuestro país tenga libertad, tenga instituciones. Y no viva de nuevo bajo la pesadilla del terror de un déspota. No queremos más gobernantes providenciales, cuyos actos estén regidos por las alteraciones de su vesícula biliar. Queremos gobernantes sujetos a las leyes que juren y cumplan lo que juran.

Que juren el cumplimiento de la Constitución de nuestro país y no traicionen su juramento... ¡Queremos eso! Yo he dicho alguna vez a las juventudes nuevas del Partido, a los que he visto a través de mi paso por la República, cuando he observado su confianza, su fe, su optimismo, su alegría; cuando he pensado que en ellas está la esperanza del Perú, yo les he dicho: ¡Quisiera para ustedes una vida sin los sufrimientos que yo he vivido, o que ha vivido la generación precursora que fundó el Aprismo, y que les va entregando a ustedes esta herencia! (Aplausos).

Y eso anhelo para el pueblo del Perú, por más que se diga y se ataque a esta Convivencia. De la cual sostengo que ha sido útil. Aunque se ha dicho que hemos perdido parte de nuestro capital político, no lo creo. Y si hemos perdido algo, ha sido, de otro lado, una inversión reproductiva, porque hemos ganado en esta experiencia de seis años que es invalorable, que es inestimable:

El aprendizaje del uso de la libertad, de esa libertad de la cual abusaron unos, que la lucraron sin conciencia otros, gritando al mismo tiempo en uso de la libertad: “¡abajo la Convivencia!”.

Vivir en convivencia

Empero, nosotros hemos sido ciudadanos que hemos sabido vivir esa Convivencia y nuestros sindicatos se organizaron y multiplicaron y nuestra vida civil se desarrolló normalmente. Hemos podido criticar sin ser perseguidos; hemos podido discutir sin ser limitados; hemos podido dormir tranquilamente sin experimentar eso que experimentan sólo los apristas bajo el terror. Una señora hizo una definición un poco alegre de la Convivencia cuando alguien le preguntó: ¿Y qué has sacado de la Convivencia? Y ella respondió: “Que no me extraigan de la cama al marido a medianoche!”. (Risas). Pero la Convivencia ha sido eso: vida decente, vida lícita, vida de prensa libre, a las veces, libérrima y abusiva de su libertad, en esta primera etapa, que ha sido el kindergarten de la democracia. Pues aquí todavía no se han establecido muchas leyes tutelares de Inglaterra o de Escandinavia, donde el diario londinense “Daily Mail” tuvo que pagar una multa de 50 mil libras esterlinas por publicar la víspera de su condena la fotografía de un reo que iba a ser ahorcado y lo llamó “asesino”. Como el juez no lo había declarado, aunque después lo mandó al patíbulo, a la familia del ajusticiado se le pagaron 50 mil libras de indemnización “por calumnia” con 24 horas de anticipación al fallo de la justicia. Aquí donde el libelo, la infamia, el insulto, no tienen sanción; aquí donde la República es objeto de todos los agravios, ¿qué importa que vivamos en esta época que corresponde a la que viven los niños pequeños que insultan y gritan y tiran piedras y hacen cualquier ofensa pero que deben vivir porque son niños para que crezcan y sean hombres? (Aplausos).

Estamos en esa etapa y la hemos sobrepasado porque se está formando y robusteciendo una conciencia de sanción pública. Y se oye decir a las gentes: “este diario calumnia”, aunque después lo compran porque cuesta barato. (Risas).

Pero estamos progresando. Yo lo puedo decir a costa de todos los que tenemos una posición más o menos preeminente y debemos pagar con agravios el precio de ese progreso. Estamos progresando en la esfera de la libertad y estos seis años de la Convivencia, zaheridos, censurados, menospreciados, han sido seis años de educación y de progreso cívico. Y es esta la razón de que hoy sintamos el dolor de la injusticia y que estemos animados a protestar cuando tenemos las posibilidades de una regresión a épocas pasadas de dictadura y despotismo. Porque ya nos hemos desacostumbrado a la injusticia. Y cuando ella aparece o amenaza reaparecer, la conciencia cívica del Perú se levanta y protesta. Por eso hoy está dispuesta por la voluntad del Perú a defender sus instituciones constitucionales. Porque aprendió a vivir la ventaja de tenerlas incólumes. (Aplausos).

Cuando yo leí que un candidato presidencial declaró, al creerse elegido, que ofrecía a este gobierno de la convivencia los laureles de la recompensa, sentí sin jactancia ni alarde, una patriótica satisfacción. Y pensé que ahora hay que seguir la política de superconvivencia, porque a cualquiera de nuestros ilustres adversarios, a quienes siempre he tratado bien y comencé mi campaña el 5 de enero saludándolos —puedo decirles ahora desde aquí, o desde el sofá de cualquier coloquio— que no podrán desarrollar política constructiva alguna sin convivencia y que el nombre quedará perennizado como una necesidad de reeducación cívica, y que su autor, y defensor y mágico mantenedor, Ramiro Prialé, se ha conseguido un nicho de fama en la Historia para desde allí mantener el glorioso precedente de haber defendido con valentía impar esta política que ha abierto las puertas a la civilización democrática en el Perú. (Aplausos).

Pero la Convivencia tendrá que continuar para gloria del Partido con cualquier gobierno que venga y llámenle como le llamen. Tenemos que aprender a convivir, y recordemos ahora que nosotros obtuvimos en 1956 una convivencia que no significaba una forma de alianza entre el Partido y el Gobierno, sino la Convivencia con todos, porque todos la usufructuaron, unos más lealmente que los otros puesto que gozaron y abusaron de los derechos de la convivencia, más no cumplieron con sus obligaciones. No reconocieron las garantías que la convivencia les otorgaba. Pero ahora tendrán que rectificarse: porque somos todos partidos de tercio; partidos de tercera parte de ja ciudadanía; partidos que no podrán gobernar solos si no se convierten en dictaduras; en cuyo caso, los dos tercios seremos la antidictadura. (Aplausos).

Y esta es la lección histórica agregada a otras de estas elecciones. Y ésta es la proeza histórica del Aprismo. A costa de que se nos dijera desleales, desviados, claudicantes, renunciantes y otros sinónimos; nosotros sostuvimos que para defender una democracia orgánica, que para dar crédito, vigencia, solidez y perennidad a una democracia representativa, era preciso convivir. Y nuestra convivencia fue así: generosa, abierta, sincera. Sostuvimos al régimen; sostuvimos al Gobierno en aquello que representaba institución. No compartimos sus errores ni le demandamos parte en sus aciertos. Y aquí estamos ahora otra vez solos, solos, solos. ¡Pero con el Perú, por el cual hemos sido íntegros! (Grandes aplausos).

Y esa ha sido la lección que ustedes tendrán que recoger, compañeros convencionales. Discúlpenme que haya extendido este discurso, que no podía ser limitado a una síntesis, puesto que él representa el alegato del Partido en aquello que significa su defensa de la posición histórica que siempre ambicionó alcanzar y que yo creo ha conseguido en todo su grandor y en toda su gloria. (Aplausos).

No quiero ser indigno de ella. He temido siempre no responder a la magnitud, a la majestad, a la ingencia de este movimiento. Pero, a veces, se me ayuda desde el otro lado y ahora se me ayuda desde allí a engrandecer mi autoridad moral. Por eso es que yo aplico una vez más la regla de mi vida política: no he odiado nunca a los que me ofenden, porque he sabido siempre calibrar todo lo que han contribuido a darme fuerza y prestigio. De allí que, independiente y tranquilo, puedo decirle al Partido desde esta tribuna: sigamos adelante, seguros de que nuestro movimiento no morirá; seguros de que él está engrandeciéndose cada vez más, seguros de que la injusticia ha sido para él el mejor acicate y el mayor estímulo de su misión histórica. (Aplausos).

Y hagamos aquí un llamamiento reiterado, repetido a todos los peruanos para que en esta hora gravísima de la República conjuncionemos nuestras fuerzas, no busquemos dónde está el adversario de ayer para vengarnos y solo encontremos la mano solidaria para decirle: ¡vamos a defender unidos la legalidad, la Constitución, las instituciones tutelares de la República! Vamos a sacrificarnos unidos por la dignidad de ser libres, por el derecho de vivir sin tiranos. Vamos a defender juntos la fe en que, por un maravilloso alumbramiento de conciencias, nos reunamos todos los peruanos. Y allí donde estemos más alejados y divididos unos de otros, pueda despertarnos ahora a la esperanza de una democracia victoriosa la luz guiadora de un nuevo camino unificador. Y así, sin sentirnos ofensores ni ofendidos, ni agresores ni agredidos, habremos de levantar en alto nuestra confianza en el Perú libre, para poder decir a cada peruano, sin distinción de credo, clase o profesión: ¡La hora impone unidad! ¡Vamos todos fraternamente juntos a luchar por el triunfo de la voluntad ciudadana bajo la ley! Para el mantenimiento y resguardo de la libertad y para poder conseguir así la justicia que el Perú necesita. (Gran ovación)

1 Haya de la Torre, Víctor Raúl, Obras completas, tomo 5, págs. 452-481. Librería Editorial Juan Mejía Baca, Lima, 3ª ed., 1984.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Oiga


RECURSO DE HABEAS CORPUS PRESENTADO AL PRIMER TRIBUNAL CORRECCIONAL DE LIMA POR JOSÉ GÁLVEZ, RAFAEL BELAÚNDE, JORGE BADANI, JORGE DULANTO PINILLOS Y  FERNANDO BELAÚNDE TERRY, PERSONEROS DEL FRENTEDEMOCRÁTICO NACIONAL, EL 18 DE OCTUBRE DE 19481

Al Tribunal Correccional de Lima:

Los suscritos, Presidente y miembros del Comité Central Directivo del Frente Democrático Nacional, generador del actual gobierno, nos presentamos a este Tribunal, como tales o como simples ciudadanos, en uso del derecho que nos concede el artículo 69 de la Constitución, interponiendo recurso de Habeas Corpus en defensa de las garantías sociales conculcadas por el ilegal decreto de 4 de los corrientes, que declara que el APRA o Partido del Pueblo “se ha puesto fuera de la ley” y que “sus actividades son contrarias a la estructura democrática del país, a su seguridad interna y al orden público”. Lo interponemos, asimismo, en defensa de la libertad de prensa y de  expresión, violadas por la clausura de varios periódicos y de una radioemisora.
Afectados, como todos los hombres libres, por esos actos gubernativos, atentatorios contra la Constitución y que invaden la esfera de acción del Poder Judicial, lo estamos especial o particularmente por el hecho de ser dirigentes del Frente mencionado, del que forma parte integrante el referido Partido del Pueblo.
El decreto fue expedido a raíz de los luctuosos sucesos realizados el 3 del presente en el vecino puerto de el Callao –cuyo verdadero carácter no se conoce aún– en el ambiente de temor que crearon, propicios siempre a la adopción de medidas extremas destinadas a conjurar peligros reales o imaginarios o a aprovecharse de ellos con inconfesables propósitos. Transcurridas ya dos semanas, se ha restablecido la serenidad indispensable para justipreciar tales medidas y para corregirlas o abolirlas con mejor información o mayor estudio.
Pero no parece que se pensara en la posibilidad de error en el presente caso. A juzgar por la persistencia de dichas medidas, el gobierno cree quizá que ha usado desde el comienzo de los medios adecuados a la conservación del orden público y no se ha rectificado todavía. Nosotros, simples ciudadanos, juzgamos que la acción oficial es básicamente anticonstitucional y antipolítica, y que no se armoniza con los principios morales que deben sustentar la normal convivencia humana. Por eso reclamamos de ella ante ese Tribunal, que estamos ciertos ha de restablecer las garantías violadas, en uso de su augusta facultad que tanto lo obliga como lo honra.
Tratándose de la defensa de derechos sociales, o sea de aquellos que corresponden a la colectividad, no es pertinente el artículo 351 del Código de Procedimientos Penales, que se refiere específicamente al caso de arbitraria detención personal, y que limita, por eso, la personería para interponer el

1 León de Vivero, El tirano quedo atrás, págs. 321-327. Editorial Cultura, México, 1951.

recurso de Habeas Corpus a los parientes del detenido dentro de los grados que al efecto señala. Las garantías sociales no siempre interesan en particular a determinados individuos, sino a la colectividad o conjunto de ellos, y equivaldría a derogar la prescripción constitucional que las cubre con el recurso de Habeas Corpus, el no reconocer la personería de cualquier ciudadano para formularlo en resguardo de ellas.
El decreto de 4 de los corrientes es antijurídico, no sólo porque viola derechos ciudadanos, sino también porque en su esencia es un acto típicamente judicial, que no incumbe realizar al Poder Ejecutivo; y lo sería también, así encuadrase dentro de sus atribuciones peculiares, porque adolecería del defecto capital de condenar sin oír, de crear delitos y de imponer penas que no se hallan establecidas en nuestros códigos. Aun en el caso de que todo esto fuese legalmente admisible, incurriría en el absurdo jurídico de hacer responsables colectivamente, sin discriminación, a individuos esparcidos en toda la extensión del territorio, por actos practicados por supuestos correligionarios suyos, que ni siquiera han sido debidamente juzgados.
Invade, pues, el decreto el campo de acción del Poder Judicial, único capacitado para administrar justicia, según el artículo 220 de la Constitución. Atenta también contra nuestro régimen penal establecido, como hemos dicho, delitos y penas que éste no señala, como la interdicción política colectiva. Supone, finalmente, la existencia de un estado inconcebible, el de “fuera de la ley”, cuando las dos únicas posiciones son “con ella” o “contra ella”, desde que las leyes protegen y obligan igualmente a todos los habitantes de la República, según el artículo 23 de la Constitución, y no se concibe colectividad humana en la que se asigne a una parte de sus miembros la condición de no estar ni obligados ni amparados por las normas jurídicas.
El decreto viola específicamente las garantías concedidas en los artículos 23, 24, 27, 57 y 59 de la Constitución, que ningún poder o autoridad puede suspender en circunstancia alguna.
Además, las consecuencias implícitas del decreto son fatales para el Congreso, porque ponen automáticamente fuera de él a casi un centenar de Representantes, anulando el mandato parlamentario legítimamente conferido, que no puede perderse sino por las razones y en la forma que la Constitución establece. Consuman así el atentado final contra el Poder Legislativo, que se inició con el golpe de Estado del 6 de agosto.
El decreto que nos ocupa es antipolítico, porque lejos de solucionar la agudísima crisis en que se debate el Perú, la agrava al punto de establecer un estado permanente de suprema inquietud, nada propicio al estudio ni a la resolución de los graves problemas morales y económicos que nos angustian; y resta la cooperación indispensable de un gran sector ciudadano –pueblo y clase media– convirtiéndolo en peso muerto, cuando no en obstáculo o en rémora.
El decreto es inmoral también, porque priva de toda actividad, como ilegítimo o espúreo, al sector ciudadano que determinó con sus cuantiosos votos la constitución del régimen actual, lo que destruye la fuente misma de su autoridad, desde que según la Carta Fundamental “El poder emana del pueblo” y no se puede ejercer democráticamente en abierta pugna con él. No puede concebirse un mandatario que reniegue de su mandante, negándole “a posteriori” la capacidad de tal; que lo anatematice por su configuración o psicología, o por sus métodos, de los cuales precisamente se deriva su mandato y continúe no obstante ejerciéndolo.
No hay entre nosotros otra autoridad que el tribunal de la opinión pública para juzgar el carácter antidemocrático que puedan tener algunos de nuestros partidos o agrupaciones políticas. Si se sentase el funestísimo precedente de permitir que el gobierno lo haga y que dicte sentencia inapelable de excomunión contra alguno de ellos, se implantaría fatalmente el sistema de partido único –desde luego gobiernista– con los satélites que conviniese tolerar estratégicamente para disimular el régimen gubernativo totalitario, que es el más “vertical” que puede existir, como podrían testimoniarlo Alemania e Italia. El Perú no debe volver a sistemas suprimidos en occidente al precio de mucha sangre generosa y de inconmensurables sacrificios de todo orden, mucho menos invocando sarcásticamente los principios democráticos vencedores en el mundo, para anular aquí los efectos de la victoria.
El decreto cuya invalidez debe declarar el Tribunal, cita para fundamentarse los artículos constitucionales que no sólo son impertinentes, sino que justamente dan mayor fundamento a la objeción que contra él formulamos. La referencia del artículo primero es contraproducente a los propósitos gubernativos y entraña cruel ironía, porque precisamente ese artículo es el que declara que “El poder emana del pueblo, y se ejerce por los funcionarios con las limitaciones que la Constitución y las leyes establecen”. Es igualmente adverso y hasta sarcástica la alusión al inciso 2 del artículo 154, que confiere al gobierno la atribución de mantener el orden público, porque la subordina expresamente al imperativo de no contravenir a la Constitución ni a las leyes. Es evidente que ha dejado escuela entre nosotros el gobernante aquel que cuando realizaba algún acto infractorio de la Constitución, no omitía hacer respetuosa citación de ella en el mismo decreto en que la violaba. ¡Poco ha avanzado el Perú en educación cívica en una centuria!
Nos referimos ahora al atentado contra la libertad de prensa, agravado esta vez con la ocupación de hecho de dos casas editoras de periódicos, que se ha querido cohonestar después con un embargo a todas luces improcedente y no decretado por competente autoridad judicial.
El artículo 63 de la Constitución dice: “El Estado garantiza la libertad de prensa. Todos tienen el derecho de emitir libremente sus ideas y sus opiniones por medio de la imprenta o de cualquier otro modo de difusión, bajo la responsabilidad que establece la ley, etc.”. Esta garantía no está, por cierto, entre las que pueden ser suspendidas según el artículo 70. Tiene, pues, carácter inviolable y permanente. Ello no obstante, el gobierno ha tomado posesión de los locales donde se imprimían los diarios “El Callao”, “La Tribuna” y “La Tarde”, e impide la publicación de ellos desde hace quince días. La radioemisora “Alegría” ha sido también silenciada. La responsabilidad que los editores de los mencionados diarios pudieran tener en los sucesos del 3 del presente sería individual y habría que comprobarla judicialmente; en todo caso, no pudo vislumbrarse aquel día y, sin embargo, se procedió a la clausura desde el primer momento, como si se hubiese querido aprovechar de esos sucesos para cegar una fuente libre de información y de severa crítica.
Los actos gubernativos de los que reclamamos se hacen más intolerables aún por el contraste que ofrecen con la pasividad observada frente a la reciente  sublevación de Juliaca, que ha quedado virtualmente impune. Ese movimiento, anterior al golpe de Estado del 6 de agosto, fue francamente subversivo, como lo demuestra la proclama del comandante de Ejército que lo encabezó. Ninguno de los grandes diarios, notoriamente simpatizantes con él, fue cerrado ni hostilizado en forma alguna, y el conglomerado político que pudo inspirar o alentar el alzamiento no sufrió persecución, ni ninguno de sus dirigentes fue enjuiciado ni interrogado siquiera. Pero hay otra medida para los apristas, responsables o no, contra los cuales se ha llegado hasta el extremo desusado de decretar, sin discriminación, el embargo de bienes, condenando con ello al hambre a sus familias.
¡Quién hubiera podido imaginarlo en 1945!
El Frente Democrático Nacional se siente responsable de la creación de este régimen que concibió como un régimen jurídico, de concordia y de cooperación nacional. Fue en realidad el Frente “el hogar de reconciliación de los peruanos”. Por desgracia esa reconciliación no ha perdurado y hoy son más hondos que nunca los abismos divisorios de la familia peruana. Pero, como en 1945, creemos que es imperativa, ineludible, la obligación de actuar para impedir la lucha intestina, que amenaza ser encarnizada, y comenzamos esta vez esforzándonos por la remoción del principal factor de desunión y desorden que es el decreto de 4 de los corrientes. No se puede dividir el Perú en dos bandos irreconciliables: el de los escogidos y de los réprobos. Para ello sería necesario tener la inmensa sabiduría y la infinita justicia de Jesús. No basta proclamar su nombre escudándose en Él.
Al Poder Judicial, único sobreviviente del naufragio institucional del Perú, le toca una misión altísima que le valdrá el juicio inexorable de la historia. No hace mucho amparó a dos firmas comerciales que en sendos recursos de Habeas Corpus le pidieron resguardar las garantías constitucionales del artículo 57. Ahora se le presenta oportunidad de mucha mayor importancia y trascendencia que la referente a simples intereses económicos. Amenguaría su misión el que pudiese amparar sólo el patrimonio privado de los abusos de la autoridad, porque son inmensamente más importantes que él la libertad de conciencia, de expresión y de asociación y el derecho de no ser condenado sin ser oído, ni juzgado por los jueces que las leyes establecen, ni castigado por delitos ni con penas que éstas no señalen.
El decreto del que reclamamos no resiste el más superficial análisis jurídico. Su texto y sus prescripciones, así como la clausura de los periódicos, atenta con el prestigio exterior del Perú y lo colocan en el concierto de las naciones como país anacrónico, inadaptable a la mentalidad universal de este momento histórico. Pero sobre todo ello, abren una era de recelo, incertidumbre y temor, quizá de tragedia, porque “cuando se cierran los caminos de la ley se abren los de la violencia”, como dijo el gran patricio cuyo espíritu anima hoy más que nunca al Frente Democrático Nacional. La subsistencia de las medidas que impugnamos es peligrosísima. Todos los hombres conscientes del Perú saben que producirán la ola de odio más devastadora de nuestra historia.
Asumid, señores vocales, vuestro papel de salvadores de la patria, que no podéis rehusar. Pensad en que los sucesos de El Callao no se hubieran producido si se hubiese puesto atajo a la desviación de los cauces constitucionales desde el momento en que se nos sacó de ellos. La satisfacción de vuestra conciencia y el veredicto de la historia compensarán con creces el sacrificio que os demande el cumplimiento de vuestro deber. Por tanto: Al Tribunal pedimos que se sirva declarar que el decreto de 4 de octubre, que motiva este escrito, es violatorio de las garantías constitucionales consignadas en los artículos que hemos puntualizado, y que, por ende, carece de valor en todas sus partes. Igualmente, que la clausura de los diarios “La Tribuna”, “El Callao” y “La Tarde”, y de la radiodifusora “Alegría” atenta contra la garantía específica de los artículos 29, 63 y 64 de la Constitución, y debe cesar bajo responsabilidad de los autores y ejecutores de la contravención constitucional2.


RECURSO DE NULIDAD DEL AUTO DEL PRIMER TRIBUNAL CORRECCIONAL PRESENTADO AL SEGUNDO TRIBUNAL CORRECCIONAL DE LIMA POR JOSÉ GÁLVEZ, RAFAEL BELAÚNDE,JORGE BADANI, JORGE DULANTO PINILLOS Y FERNANDO BELAÚNDE TERRY, PERSONEROS DEL FRENTE DEMOCRÁTICO NACIONAL3

A la Segunda Sala de la Corte Suprema de Justicia:

Los suscritos, Presidente y miembros del Comité Central Directivo del Frente Democrático Nacional, generador del actual gobierno, fundamentando el recurso de nulidad que interpusimos, como tales o como simples ciudadanos, contra el auto del Primer Tribunal Correccional de Lima, su fecha 25 del que cursa, que declara improcedente el recurso de Habeas Corpus que presentamos en defensa de las garantías sociales, conculcadas por el decreto de 4 del presente, y de la libertad de prensa, viola por la clausura y ocupación de varios órganos de publicidad, a la Sala respetuosamente, decimos:
El auto aludido anula virtualmente el recurso de Habeas Corpus, medio concedido por el artículo 69 de la Constitución para el resguardo de las garantías sociales e individuales, desde que declara la incompetencia de los únicos organismos que deben amparar esas garantías cuando se acuse de infringirlas al gobierno, que es en realidad el único que puede violarlas. Si subsistiese tal resolución, quedaría prácticamente abolido, por su sólo mérito,

2 El Tribunal Constitucional –procediendo en todo con las instrucciones de Palacio-, por auto de 25 del mismo mes, declaró improcedente el recurso.
3 León de Vivero, El tirano quedo atrás, págs. 327-330. Editorial Cultura, México, 1951.

tan indispensable medio de defensa contra los abusos del poder y anulada, por la decisión de tres señores magistrados superiores, una verdadera conquista democrática que ha puesto a nuestra Carta a tono con los tiempos que vivimos y a la altura de los demás pueblos civilizados de la tierra.
Es inaceptable que se restrinja las atribuciones de los Tribunales Correccionales a las específicas, pero no exclusivas ni excluyentes o taxativas, que señala el artículo 14 del Código de Procedimientos Penales y el artículo 80 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, y que al hacerlo se aluda al artículo 350 de aquél, cuando ese artículo ratifica la competencia de dichos tribunales para amparar las garantías constitucionales.
No se trata de una acusación formal contra el Presidente de la República y sus ministros, que no podríamos formular porque no funcionan actualmente ni la Cámara de Diputados ni el Senado, llamados a iniciar el procedimiento respectivo. Se trata simplemente de declarar la invalidez legal indiscutible de medidas gubernativas violatorias de las garantías que otorga la Carta Fundamental, para lo que están expresamente capacitados los Tribunales Correccionales, no sólo por ella misma, sino también por el propio Código de Procedimientos Penales. Es cierto que el Título IX de este, que es el pertinente, se refiere en especial a la violación de la garantía de la libertad individual mediante la privación arbitraria de ella, pero sus disposiciones son también aplicables al amparo de todas las garantías sociales e individuales por precepto categórico del mencionado artículo constitucional y de la segunda parte del artículo 349 del referido Código.
Así lo ha entendido el Tercer Tribunal Correccional de Lima, constituido por los señores vocales Mares, Diez Canseco y Paz Soldán, que conoció en los sendos recursos de Habeas Corpus interpuestos por los señores Gildemeister & Cía. y por la Negociación Tumán. Por autos de 15 de junio último, ambos recursos fueron respectivamente acogidos, reconociendo expresamente el Tribunal que “el fin primordial del recurso de Habeas Corpus es el restablecimiento inmediato de la garantía violada, que –como las que nos respectan– es de tal naturaleza e importancia que no puede ser suspendida por el Poder Ejecutivo en el caso extraordinario a que se refiere el artículo 70. Los mencionados magistrados, al dictar esos fallos, que hacen honor al Poder Judicial, no se arredraron ante la consideración de que “declarar la invalidez de los actos del gobierno como infractorios de la Constitución y de las leyes, importaría tanto como enjuiciar al Presidente de la República y sus ministros”, porque sabían muy bien que no se puede resguardar judicialmente ninguna garantía sin censurar implícitamente al que la viola. Por eso supieron arrostrar la inevitable consecuencia del cumplimiento de su augusta misión.
Después de cuatro meses se le ha presentado al Poder Judicial en Lima un caso análogo –el promovido por nosotros– pero de muchísimo mayor significado y trascendencia, porque no se trata en él del resguardo de meros intereses económicos, sino de las garantías básicas de la vida civilizada, y por ello inviolables e insuspendibles, que contienen los artículos 23, 24, 27, 57 y 59 de la Carta fundamental. Sin embargo, sin desconocerse la realidad de su clamorosa conculcación, otro Tribunal Correccional las deja sin amparo, ni siquiera el formalista de oficiar a la Cámara de Diputados, como lo dispone el artículo 358 del Código de Procedimientos Penales, que era el corolario obligado de su adversa decisión.
Incumbe a la Corte Suprema resolver el desacuerdo haciendo que predomine para siempre el saludable criterio del Tribunal que presidió el doctor Mares. De lo contrario sería absolutamente ilusoria la prescripción constitucional del artículo 69, que resultaría prácticamente derogada por los llamados a cumplirla.
La razón alegada para desestimar la petición de nuestro recurso relativa a la clausura de los diarios y de la radioemisora, ignora en absoluto la existencia del artículo 64 de la Constitución y deroga los artículos 29 y 63 de la misma. La libertad de prensa pasaría a ser un mito entre nosotros, con expreso asentimiento judicial, si no se desestimase razonamiento tan inconsistente. ¿Hasta dónde podría llevarnos el que un fallo establezca que la Carta Magna está supedita, en sus disposiciones intangibles, por cualquier trámite o “medida precautoria” de la justicia privativa? Afortunadamente existen jueces que reconocen y proclaman “que por encima de todas las leyes está la Constitución, que es la Ley Fundamental”. La opinión de esos jueces es la que debe prevalecer y la que prevalecerá, estamos ciertos, por la final decisión de la Corte Suprema, que es la última esperanza que nos queda en el naufragio institucional del Perú.

Cada día salimos de los cauces constitucionales con paso más acelerado, con menos reparos y con mayor ímpetu. A principios del mes una numerosa agrupación política, todo un sector ciudadano –la mayoría del pueblo y de la clase media– fue declarado “fuera de la ley”, es decir, sin derechos ni obligaciones frente a ella. El país puesto en “estado de sitio”, en el que aún se encontraría si no hubiese sido colocado después en “estado de emergencia”, que la ley no reconoce, que nadie ha definido jurídicamente, ni muchísimo menos regulado, y por lo que equivale a la implantación del gobierno discrecional. Aterra pensar en que llegaremos por fin al estado de “sálvese quien pueda”. Ya se han producido tres sublevaciones de sectores de las Fuerzas Armadas. No se trata, pues, de mantener la vida jurídica del país, sino de evitar que éste caiga en la anarquía. El odio engendrado por pasiones sin freno puede sumirnos en caos sangriento. Todavía es tiempo de detener su avance arrollador y es la justicia, con su incontrastable fuerza moral, la única que hoy puede hacerlo. En nuestra angustiosa inquietud apelamos a ella como al áncora de salvación, sin más móvil que nuestros sentimientos humanitarios y patrióticos, sin más objetivo que nuestro decoro internacional, el bienestar de los moradores de nuestra patria y la grandeza moral de ella. Por tanto: A la Sala pedimos que declare que hay nulidad en al auto de vista y que, consecutivamente, es fundado en todas sus partes el recurso de Habeas Corpus que interpusimos el 18 del mes en curso.

Oiga


DECRETO QUE DECLARA FUERA DE LA LEY  AL PARTIDO APRISTA PERUANO 4 DE OCTUBRE DE 19481
DECRETO SUPREMO Nº 28

El Presidente de la República:

CONSIDERANDO:

Que la Alianza Popular Revolucionaria Americana, conocida también con los nombres de APRA o Partido del Pueblo, ha preparado y dirigido el movimiento revolucionario producido en el Callao el tres del presente, causando numerosas pérdidas de vidas, atentando contra la estabilidad de las instituciones constitucionales y destruyendo importantes elementos de la defensa nacional;
Que esta actitud del APRA es la culminación de la labor subversiva que ha venido desarrollando dentro de los Institutos Armados, la cual ha sido reiteradamente denunciada ante el país por el Poder Ejecutivo;
Que simultáneamente el APRA ha realizado una campaña disolvente de estímulo de las bajas pasiones, de odio y de incitación a la lucha de clases que amenazaba quebrar la unidad nacional y perturba el desarrollo normal de las actividades públicas y privadas;
Que el Partido Aprista por el empleo persistente de métodos de violencia, por el fanatismo que inculca a sus adherentes y por su organización vertical, sobre las bases de la obediencia compulsiva, de la agrupación de sus afiliados en células regimentadas y del mantenimiento de brigadas de choque, ha puesto en evidencia que su funcionamiento está fundado en un sistema de fuerza típicamente antidemocrático, que contraría la esencia y la letra del artículo 1° de la Constitución del Estado;
Que por todos estos motivos, la Alianza Popular Revolucionaria Americana ha demostrado ser una asociación política que actúa fuera de las normas constitucionales del Perú;
Que el Estado no puede permanecer indiferente ante estos gravísimos males ni permitir la subsistencia de una organización nociva que socava los más vitales fundamentos de la nacionalidad;
Que la protección constitucional de las garantías individuales y sociales debe funcionar y funciona de hecho en el país a favor de quienes se someten a los principios básicos en que se inspira la Carta Política del Estado; pero no puede ser título de impunidad para quienes a la sombra de esas garantías intenten desquiciar la organización democrática en que esta Carta se sustenta;

1 Fuente: Diario Oficial El Peruano, 5 de octubre de 1948.

Que es deber del Poder Público conservar el orden interno de la nación, de acuerdo con lo dispuesto en el inciso 2º del artículo 154 de la Constitución;
Que la sanción penal debe recaer no sólo sobre los autores materiales sino también sobre los autores morales de los hechos delictuosos acaecidos el 3 del presente;
Con el voto unánime del Consejo de Ministros;
Decreta:
1.        Declárase que la Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA o Partido del Pueblo se ha puesto fuera de la ley y que sus actividades son contrarias a la estructura democrática del país, a su seguridad interna y al orden público.
2.        No se permitirá en adelante el ejercicio de actividades de ninguna especie al referido Partido.
3.        Sométase a la justicia nacional a los dirigentes del Partido ya mencionado, como causantes e instigadores de los luctuosos acontecimientos subversivos del 3 de presente.
4.        El Ministerio de Gobierno y Policía queda encargado del cumplimiento de este decreto.

Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los cuatro días del mes de octubre de mil novecientos cuarenta y ocho.

J. L. BUSTAMANTE Y RIVERO

Armando Revoredo Iglesias, Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Relaciones Exteriores; Julio César Villegas, Ministro de Gobierno y Policía; José León Barandiarán, Ministro de Justicia y Trabajo; Óscar N. Torres, Ministro de Guerra; Rómulo Ferrero, Ministro de Hacienda y Comercio; Bernardino Vallenas, Ministro de Fomento y Obras Públicas; Ergasto Silva, Ministro de Aeronáutica y encargado de la Cartera de Marina; Honorio Delgado, Ministro de Educación Pública; Alberto Hurtado, Ministro de Salud Pública y Asistencia Social; Carlos Alzamora, Ministro de Agricultura.

DECRETO SUSPENDIENDO LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES
DECRETO SUPREMO

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

CONSIDERANDO:

Que en la madrugada de hoy se ha producido en el puerto del Callao, un motín provocado por elementos armados, con el concurso de civiles, así como otros actos de perturbación de servicios públicos en esta capital, que implican grave alteración del orden;
Con el voto del Consejo de Ministro;

DECRETA:
1º. Quedan suspendidas en toda la República, a partir de la fecha del presente Decreto, las garantías que establecen los artículos 56, 61, 62, 67 y 68 de la Constitución del Estado, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 70 de la misma Carta;
2º. El Ministerio de Gobierno y Policía se encargará del cumplimiento del presente Decreto y dictará las disposiciones necesarias para su mejor ejecución;
3º. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 7º de la Organización del Ejército y en el artículo 228º del Reglamento Provisional del Servicio en Guarnición, el Inspector General del Ejército asumirá en la fecha la Comandancia General de Armas de la Guarnición de Lima y alrededores, Callao y Ancón, y en consecuencia el mando de todas las tropas de los Institutos Armados, de la Guardia Civil y de la Guardia Republicana.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los tres días del mes de octubre de mil novecientos cuarenta y ocho.
J. L. BUSTAMANTE Y RIVERO Armando Revoredo, Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Relaciones Exteriores y Culto; Julio C. Villegas, Ministro de Gobierno y Policía; Oscar N. Torres, Ministro de Guerra; José León Barandiarán, Ministro de Justicia y Trabajo; Ergasto Silva Guillén, Ministro de Aeronáutica, encargado de la Cartera de Marina; Rómulo Ferrero R., Ministro de Hacienda y Comercio; Alberto Hurtado, Ministro de Salud Pública y Asistencia Social; Bernardino Vallenas, Ministro de Fomento y Obras Públicas; Honorio Delgado, Ministro de Educación Pública; Carlos Alzamora, Ministro de Agricultura.

COMUNICADOS OFICIALES2

COMUNICADO OFICIAL Nº 1
1.        En la madrugada de hoy elementos de marinería y civiles armados se sublevaron en el Callao y asaltaron el Cuartel del B. I. 39 y la Comisaría de Policía.
2.        Los sublevados apresaron a los jefes superiores de la Escuela Naval y del Arsenal Naval, apoderándose de ambos edificios. Marinería desembarcada de algunos buques colabora con los rebeldes.
3.        Simultáneamente civiles armados, pertenecientes al Sector 6º del Partido Aprista, atacaron la Central de Teléfonos, logrando interrumpir el servicio público en la capital. Los asaltantes huyeron al presentarse tropa de la Guardia Republicana dejando varios petardos y bombas de confección local en lugares estratégicos de la Central, con el intento de destruirla totalmente. Fueron apresados algunos de ellos. Se logró retirar oportunamente los explosivos, iniciándose de inmediato las labores de reparación. El servicio telefónico ha sido restablecido.
4.        Las fuerzas leales han conservado en su poder tanto el Cuartel del B. I. 39 como el Cuartel de Policía, aún cuando continúan siendo atacados por los rebeldes.
5.        Todas las tropas de la Guarnición de Lima permanecen leales y han comenzado a movilizarse sobre el Callao para debelar el movimiento. El Batallón de Asalto marcha también, teniendo como objetivo el Arsenal Naval.
6.        Aviones del Cuerpo Aeronáutico atacan a los rebeldes.
7.        En el resto de la República no se ha alterado la normalidad.
8.        El Poder Ejecutivo ha declarado en suspenso las garantías constitucionales.
9.        El General de División Inspector General del Ejército ha asumido el comando de armas de la Guarnición de Lima y alrededores, Callao y Ancón, y ha dictado un bando estableciendo las restricciones indispensables para la conservación del orden público.
10. El Ministerio de Gobierno y Policía ha dispuesto la ocupación de los locales del Partido Aprista y del diario “La Tribuna”, así como de Radio Alegría.
11. El gobierno denuncia ante el país la inspiración y dirección apristas de este movimiento, y expresa su decisión de restablecer el orden alterado con la adopción de las más enérgicas medidas, y rinde tributo a la lealtad y al  honor de las Fuerzas Armadas de la República.
12. Todas las fuentes de información están abiertas a los periodistas.

Lima, 3 de octubre de 1948.

2 Fuente: Diario Oficial El Peruano, 4 de octubre de 1948.

COMUNICADO OFICIAL Nº 2
1.        En la madrugada de hoy elementos de marinería y civiles armados se sublevaron en el Callao y asaltaron el Cuartel del B. I. 39 y la Comisaría de Policía.
2.        El gobierno procedió a enviar las fuerzas necesarias para restablecer el orden, las que han dominado la situación en el Callao. La Aviación ha fijado y vigila a los buques sublevados.
3.        La Guarnición de Lima y alrededores mantiene el orden y controla la situación. Todas las guarniciones fuera de Lima han sido informadas y están obedeciendo órdenes del gobierno.
4.        Habiéndose declarado el estado de sitio y restablecido el orden se recomienda al público mantenga la mayor tranquilidad y que se repliegue a sus hogares pues toda aglomeración será dispersada por la fuerza.

Lima, 3 de octubre de 1948.


COMUNICADO OFICIAL N° 3
1.        El Real Felipe se ha rendido y actualmente se encuentra en poder de las fuerzas leales.
2.        Igualmente el Arsenal Naval se rindió y ha sido ocupado por las fuerzas del gobierno. El comandante Mosto, jefe de los sublevados, se encuentra preso a bordo del crucero Coronel Bolognesi.

Lima, 3 de octubre de 1948.


COMUNICADO OFICIAL Nº 4
1.        La Escuela Naval se ha rendido y actualmente se encuentra en poder de las fuerzas leales.
2.        Se ha reencargado de la Dirección de la Escuela su director el contralmirante Manuel R. Nieto.
3.        La marinería sublevada se halla detenida.
4.        Los últimos esclarecimientos confirman plenamente la inspiración y dirección apristas del movimiento. El capitán de fragata Enrique Aguila Pardo, de conocida tendencia arpista, es el jefe del levantamiento de algunos buques de la Escuadra. Han sido detenidos por la Policía numerosos civiles afiliados al aprismo, muchos de ellos armados, cuya participación en la subversión ha quedado demostrada.

Lima, 3 de octubre de 1948.


BANDO DE LA COMANDANCIA DE ARMAS3
Habiendo el Supremo Gobierno decretado la suspensión de garantías constitucionales por Decreto de 3 de octubre de 1948, el Inspector General del Ejército, de conformidad con el artículo Nº 7 de la Ley de Organización General del Ejército y con lo dispuesto en el articulo Nº 288 del Reglamento Provisional del Servicio en Guarnición, asume en la fecha la Comandancia General de Armas de la Guardia de Lima y alrededores, Callao y Ancón y, como consecuencia, el mando de todas las tropas de los Institutos Armados, de la Guardia Civil y de la Guardia Republicana.
Igualmente, desde el momento de la publicación de este Bando, entra en vigencia el Plan de Empleo de las Fuerzas Armadas para la conservación del orden público aprobado por Decreto Supremo de 29 de abril de 1946.
Para asegurar el orden y la tranquilidad pública –que debe primar sobre toda otra consideración– se pone en conocimiento de la ciudadanía las siguientes disposiciones que regirán durante el tiempo que dure el Estado de Sitio:
1º. Quedan terminantemente prohibidos: a) Las reuniones en casas políticas, organizaciones federadas, sindicalizadas u otras similares; b) El funcionamiento después de las ocho de la noche de cantinas, bares y demás establecimientos similares de expendio de licores; c) Toda reunión en la vía pública después de las nueve de la noche; d) Para el personal civil portar armas, sustancias explosivas o incendiarias, o cualquier otro elemento capaz de ocasionar daño. 2º.- Tránsito en la población: a) De peatones.- El tránsito de los civiles se realizará solamente entre las 6 y las 24 horas del día. Las personas que deban transitar fuera de las horas señaladas anteriormente, deberán llevar un salvoconducto expedido sea por el jefe de la Zona “A”, ubicada en la avenida Floral Nº 258, en Lima; por el de la Zona “B” en la Escuela Militar de Chorrillos; por el de la Zona “C” en el Centro Naval del Callao; o de la Zona “D” en la Base Aérea de Ancón, según corresponda la residencia del interesado. Dicho documento sólo tendrá valor por 24 horas.
b) El tránsito de vehículos sólo se realizará en las horas fijadas en el inciso anterior, a excepción de los que transporten recursos para la vida diaria de la población, los que estarán sujetos a control. Los conductores de vehículos que no transporten víveres y que deben transitar fuera de las horas señaladas anteriormente recabarán el correspondiente salvoconducto a que se refiere el inciso a).
3º. Acción de las Fuerzas Armadas: El personal de las Fuerzas Armadas que mantiene el orden público está autorizado para detener, interrogar y registrar a toda persona sospechosa de portar armas o elementos que puedan ocasionar daños, así como dispersar toda reunión de dos o más personas.

3 Fuente: Diario Oficial El Peruano, 4 de octubre de 1948.

4º. Sabotaje, acto de violencia o ataque a la Fuerza Armada: Todo acto que pueda ocasionar daño a establecimientos, a la propiedad pública o privada, o a las personas, etc., será reprimido enérgicamente por las fuerzas encargadas de mantener el orden público.
5º. Sanciones: A toda persona que contravenga las disposiciones prescritas en el presente Bando se le impondrá la sanción legal correspondiente y cuando se trate de ataque a la Fuerza Armada será puesta a disposición de la justicia  militar.
6º Norma de las Fuerzas Armadas: El Comandante General de Armas hace saber a la ciudadanía que las fuerzas a sus órdenes usarán de sagacidad y tino pero, cuando el caso lo requiera, procederán enérgicamente en el cumplimiento de su misión.
7º. Cooperación de la ciudadanía: El Comandante General de Armas hace un llamado a la población civil para que coopere a la conservación del orden y tranquilidad pública, observando las disposiciones de este Bando y manteniéndose dentro de los límites de la más exacta cordura.

Lima, 3 de octubre de 1948.

General de División FEDERICO HURTADO.


INFORMACIÓN OFICIAL SOBRE LOS SUCESOS EN EL CALLAO4
1.        En la madrugada elementos de marinería y civiles armados se sublevaron en el Callao y asaltaron el Cuartel del B. I. 39 y la Comisaría de Policía.
2.        Los sublevados apresaron a los jefes y oficiales de la Escuela Naval y del Arsenal Naval, y recluyeron a los cadetes de la Escuela, apoderándose de ambos edificios. Marinería desembarcada de algunos buques colaboró con los rebeldes. Se apoderaron también del Real Felipe.
3.        Simultáneamente civiles armados, pertenecientes al Sector Sexto del Partido Aprista, atacaron la Central de Teléfonos, logrando interrumpir ese servicio público en la capital. Los asaltantes huyeron al presentarse tropa de la Guardia Republicana dejando varios petardos y bombas de confección local en lugares estratégicos de la Central, con el intento de destruirla totalmente. Fueron apresados algunos de ellos. Se logró retirar oportunamente los explosivos, iniciándose de inmediato las labores de reparación. El servicio telefónico quedó restablecido en las primeras horas de la mañana.
4.        El B. I. 39, acantonado en el Callao, resistió el ataque combinado de la marinería sublevada y de elementos que se habían posesionado del Real Felipe combatiendo desde las primeras horas de la madrugada

4 Fuente: Diario Oficial El Peruano, 4 de octubre de 1948.

hasta las cuatro de la tarde. Fuerzas del Ejército enviadas de Lima cooperaron con las tropas del B. I. 39 reduciendo a los sitiadores.
1.        Las fuerzas leales concentraron después su acción sobre el Real Felipe cuya reducción se obtuvo, así como sobre la marinería que se encontraba en el local de la Escuela Naval, la que fue dominada por un destacamento de infantería de la Escuela Militar. En ambas acciones las tropas rebeldes opusieron tenaz resistencia. En las últimas horas de la tarde fue vencida, con la cooperación de las tropas de asalto, la oposición de los rebeldes que se encontraban posesionados del Arsenal Naval, obteniéndose también su rendición.
2.        Escuadrillas del C. A. P. tuvieron a su cargo importantes misiones de reconocimiento y operaciones de ametrallamiento y bombardeo, neutralizando la acción de los rebeldes.
3.        El comandante Mosto, jefe de los sublevados del Arsenal Naval, fue apresado y conducido a bordo del crucero Coronel Bolognesi. Las fuerzas rebeldes que se encontraban en el Real Felipe, en la Escuela Naval y en el Arsenal Naval, han sido apresadas. Entre los capturados en el Real Felipe figura gran cantidad de civiles.
4.        Como consecuencia de estos sucesos se han producido fuertes bajas en ambas partes. En defensa del gobierno murió el capitán de corbeta don Juan Revoredo, de la dotación del Bolognesi; y se encuentra seriamente herido el teniente coronel don Fidel Baella, jefe del Regimiento Nº 2 de Artillería, que acompañaba al general don Zenón Noriega, jefe de la Segunda División. Numerosos heridos son atendidos en los hospitales del Callao y Lima.
9. Los esclarecimientos realizados confirman plenamente que el movimiento ha sido preparado y dirigido por el Partido Aprista. Por el número de los detenidos y lo arduo de la labor de investigación, ésta no puede concluirse sino después de varios días. El país será informado plenamente de sus resultados totales. Puede adelantarse, sin embargo, la relación de los siguientes hechos comprobados que demuestran la acción del APRA: a) El capitán de fragata Enrique Aguila Pardo, de conocida tendencia aprista, es el jefe de la sublevación de algunos buques de la Escuadra. b) La declaración del afiliado aprista Roberto Ruiz Navarro, detenido en el asalto a la Central de Teléfonos, acredita que, en las primeras horas de la noche, fueron citados al local sectoral del APRA, ubicado en la calle Washington, los encargados del asalto. Allí se les repartió armas y petardos, y de allí salieron en pequeños grupos que se juntaron para el asalto. Otro de los asaltantes, operario de la propia compañía, fue Sinfronio Núñez Ayala, también aprista.
c) Una mujer vinculada a actividades del Partido Aprista, ocupante de un cuarto del Hotel Palacio, con ventana frente a la puerta de honor del Palacio de Gobierno, desapareció ayer, dejando en dicha habitación siete petardos y una botella de gasolina con mecha. A las tres de la madrugada individuos de filiación aprista asaltaron dicho hotel, intimando con armas al portero don Alejandro Paz, intentando ingresar al cuarto donde se hallaban los explosivos. Consta de la declaración de Paz que tales individuos le intimaron a guardar silencio diciendo que había estallado “una revolución aprista. El portero reconoció entre los asaltantes a José Cáceres, novio de la ocupante del cuarto.
d) Un grupo de individuos intentó acercarse en la madrugada a uno de los cuarteles ubicados en la avenida Eléspuru, siendo descubierto por la Guardia Civil del puesto del Puente del Ejército, la que logró detener a los siguientes: Braulio Rodríguez Huapaya, Paulo Pérez Páez, Jerónimo Dimas Galarza y Carlos Valle Huayta, todos los cuales pertenecen al Partido Aprista.
e) Otro grupo de individuos armados fue descubierto en la madrugada en la avenida Argentina por la Policía, la que logró detener a los afiliados aprista: Lizardo Flores Pajuelo, Pastor Briceño Vivar y Luis Ramírez Sevillano.
f) Coincidiendo con el estallido subversivo del Callao se notó cierta afluencia de personas al local central del Partido del Pueblo, en la avenida Alfonso Ugarte, en horas de la madrugada. Expedido el decreto de suspensión de garantías, la Policía allanó dicho local capturando dentro de él a cincuenta afiliados al Partido citado.
g) También se notó igual afluencia en el local de “La Tribuna”, donde se capturó a treinta y cuatro afiliados al mismo Partido, entre ellos a los diputados Teobaldo Reátegui Macedo y Hernán de los Santos García, éste último sindicado de haber tenido activa participación en el asalto a la Central de Teléfonos.
h) Entre los civiles armados detenidos en el Callao se encuentran muchos menores de edad afiliados a la JAP. Entre ellos colegiales de segunda enseñanza, uno de los cuales, Wilfredo Nieto Hostos, ha declarado que se prometió a los jóvenes, por el diputado Hernán de los Santos García, que al triunfar la revolución ingresarían directamente como cadetes de la Escuela Naval.
i) En la madrugada el servicio de ronda de la División Blindada encontró un pequeño grupo de individuos en actitud sospechosa en las inmediaciones del Cuartel de Zapadores. Detenidos algunos resultaron ser los afiliados apristas: Augusto Ramírez Atanillo, Gilberto Falcón Casas, Julio Cavero González y Francisco Ramírez Molina, quienes usaban brazales distintivos iguales a los de los sublevados del Callao. Uno de los detenidos ha hecho una amplia confesión del plan que los condujo a dicho lugar. En los muros exteriores del cuartel citado se hallaron bombas de dinamita con fulminantes listas para estallar.
10. El Poder Ejecutivo ha declarado en suspenso las garantías constitucionales.
11. El general de división Inspector General del Ejército asumió, desde el primer momento, el comando de armas de la Guarnición de Lima y alrededores, Callao y Ancón, y ha dictado un bando estableciendo las restricciones indispensables para la conservación del orden público.
12. El Ministerio de Gobierno y Policía ha dispuesto la ocupación de los locales del Partido Aprista y de los diarios “La Tribuna” y “El Callao”, así como de Radio Alegría.
13. Se ha recibido informaciones de los comandantes generales de todas las regiones militares, indicando que el orden permanece inalterable.
14. Todas las fuentes de información están abiertas a los periodistas.
15. El gobierno, en comunicado oficial expedido esta mañana, denunció ante el país la inspiración y dirección apristas del movimiento subversivo, expresó su decisión de restablecer el orden alterado con la adopción de las más enérgicas medidas y rindió tributo a la lealtad y al honor de las Fuerzas Armadas de la República.

Lima, 3 de octubre de 1948.

COMUNICADOS OFICIALES5
1.        A las 2 y 30 a.m. del día domingo 3 de octubre el jefe de ronda, teniente coronel Fernando Villalobos, al llegar al cuartel del B. I. 39 en el Callao, encontró primero indicios y luego comprobó que ese cuartel era atacado; dictando, de acuerdo con el personal de servicio de esa unidad, las medidas de urgencia que requería la situación. Los jefes de ese batallón adoptaron, como era de su deber, las disposiciones del caso, iniciándose las acciones de defensa ante el ataque ya referido, que era realizado por elementos de la marinería sublevada y civiles complotados. El ataque al citado cuartel era conducido por todos sus frentes: del de mar, por acciones de artillería naval y desembarcos de marinería; del de oeste, también por marinería desembarcada; del sur, desde el Real Felipe y edificios vecinos, por diversos y numerosos elementos que habían asaltado por sorpresa el Real Felipe y los indicados edificios; y del este, desde otros edificios que dominan visualmente el indicado cuartel. Al mismo tiempo era atacada la Comisaría de Policía, cuyo personal defendió ésta con tenacidad y firmeza. En la Escuela Naval, la marinería, bajo las órdenes de clases sublevados, neutralizaba a la oficialidad y a los cadetes, que fueron confinados en sus cuadras y otros locales. El Real Felipe caía de su lado, en manos de numerosos civiles que penetraron acompañados por marinería, irrumpiendo sorpresivamente al presentarse y pedirse fuera abierta la puerta un suboficial de Aviación. Por otra parte, el Arsenal Naval era el teatro de iguales actos subversivos, apresándose a los oficiales y personal de servicio y dominando a los demás elementos leales. Simultáneamente a estos hechos se produjo, en la madrugada del 3, el ataque a la Central Telefónica de Lima y los intentos de ataque a diversos cuarteles por grupos de civiles armados.
2.        El teniente coronel Villalobos procedió a alertar a las autoridades competentes, las que comenzaron a dictar las órdenes y disposiciones que la situación requería. El general Noriega, comandante de la Segunda Región, se dirigió al Callao y, en ejercicio de sus funciones, dictó las órdenes del caso y las medidas para coordinar y asegurar la defensa del batallón atacado. El general Noriega llegó acompañado por el teniente coronel Baella, quien fuera gravemente herido en las condiciones que ya fueron hechas públicas.

5 Fuente: Diario Oficial El Peruano, 5 de octubre de 1948.

1.        El general Federico Hurtado, Inspector General del Ejército, asumió las funciones de comandante de armas, tomando a sus órdenes todas las tropas de las Fuerzas Armadas de la guarnición de la capital. De acuerdo con los ministros de Guerra, Gobierno, Marina y Aviación, se puso en ejecución la parte correspondiente de los planes previstos para situaciones de esta índole.
2.        Todos los oficiales, clases y tropa que se encontraban fuera de los cuarteles con permiso, se reintegraron a sus unidades en los menores plazos posibles. Asimismo, la mayoría de los señores oficiales general y superiores de las Fuerzas Armadas se presentaron al Inspector General del Ejército y a sus respectivos ministros a dejar constancia de su protesta por los hechos delictuosos producidos; dirigiéndose en seguida a sus respectivas reparticiones o unidades a actuar de acuerdo con las órdenes recibidas.
5. El restablecimiento de la normalidad y la reducción de las resistencias rebeldes se logró como sigue: -El B. I. 39 al mando de su jefe, teniente coronel León Díaz, realizó la defensa de su cuartel y luego pasó a cooperar en la liberación del Real Felipe, así como reforzando con una fracción a las operaciones de limpieza de las resistencias de la marinería de la Escuela Naval y con otra fracción a la reducción del Arsenal Naval. -Un destacamento del B. I. 19, al mando del mayor del Río, tuvo a su cargo el ataque y recaptura del Real Felipe. -Un destacamento de infantería de la Escuela Militar, al mando del mayor Gilberto León M., recibió y cumplió la misión de liberar la Escuela Naval de La Punta. -Un destacamento de la Guardia de Asalto, al mando del coronel Rivera Ballón, tuvo a su cargo la reducción de los rebeldes del Arsenal Naval; acción reforzada luego por una compañía del B. I. 33.
-Un destacamento de la División Blindada, al mando del mayor Sierralta, apoyó todas estas operaciones.
1.        Las acciones para recapturar el Arsenal Naval fueron coordinadas por el capitán de navío Vargas Prada. Por otra parte, el jefe de la División de Submarinos, capitán de navío Torres Matos, empleando una pequeña embarcación logró llegar a sus naves y coordinando la acción de sus oficiales, asumió el comando de su División, cuyas naves habían logrado salir del radio de acción de los rebeldes.
2.        Los demás buques de la escuadra que también habían sido capturados por los rebeldes y abandonaron sus fondeaderos habituales, fueron asediados y hostigados por la Aviación en forma resuelta y enérgica, obligándolos primero a alejarse de las inmediaciones de Chorrillos e impidiéndoles luego toda acción tendiente a aumentar los efectivos rebeldes desembarcados o la realización de otras acciones similares; todo lo que, con la presión moral ejercida por el comando, dio como consecuencia la rendición sucesiva e incondicional de todas las unidades de guerra que estaban en poder de los amotinados.
3.        La prioridad de las acciones y de los resultados obtenidos fue como sigue:
- Ruptura del cerco y rechazo de los ataques contra el B. I. 39, hasta lograr que éste pudiera actuar no sólo en su propia defensa, sino cooperando luego en otras misiones;
-Recaptura del Real Felipe;
 .          Liberación de la Escuela Naval;
 .          Restablecimiento del orden en el Arsenal Naval;
 .          Rendición de todos los rebeldes, inclusive los buques de la escuadra.
9. Como consecuencia de estos hechos han sido detenidas hasta la fecha 1,127 personas, entre marineros y civiles, quienes se encuentran sometidas al proceso investigatorio respectivo. Las labores que se realizan han acreditado plenamente que la dirección e inspiración de este movimiento corresponde al Partido Aprista.
Lima, 4 de octubre de 1948.

El gobierno ha dispuesto la detención de algunos dirigentes obreros afiliados al Partido Aprista, encabezados por Arturo Sabroso, conocido miembro del Comité Ejecutivo de dicho Partido. Tal medida ha sido dictada en resguardo del orden público alterado por existir datos sobre la participación en la preparación del movimiento subversivo del 3 del presente de tales personas, las que se hallan sometidas al proceso investigatorio del caso.
El gobierno deja constancia que dichas medidas no están dirigidas contra los detenidos por su condición de dirigentes obreros sino por su calidad de afiliados al Partido Aprista en conexión con la revolución del tres del presente.

Lima, 4 de octubre de 1948.


COMUNICADO DE LA COMANDANCIA DE ARMAS DE LA GUARNICIÓN DE LIMA
La Comandancia de Armas de la Guarnición de la capital hace saber que, de acuerdo con lo dispuesto en el párrafo 4º del bando dictado el 3 del presente, así como lo previsto en los artículos 266 y 267 del Reglamento de Servicio en Guarnición, las tropas encargadas del mantenimiento del orden reprimirán todo acto de sabotaje, porte ilícito y utilización de armas, municiones y explosivos, así como los atentados o ataques de cualquier género a la propiedad, a las personas y, desde luego, a las mismas tropas; estando autorizadas para ello a emplear sus armas, en forma enérgica e inmediata.

Lima, a 4 de octubre de 1948.

Oiga


 DECLARACIONES DEL DOCTOR RAFAEL BELAÚNDE,  PREMIER DEL PRIMER GABINETE DEL GOBIERNO DEL PRESIDENTE BUSTAMANTE Y RIVERO, 8 DE AGOSTO DE 19481

El documento sin precedente suscrito por el señor Bustamante y sus cómplices, que insertan los diarios de hoy, constituye un inaudito atentado constitucional, que los pone fuera de la ley y los convierte en usurpadores de funciones públicas. Nadie está obligado a prestarles obediencia. Su perjurio releva a todos, civiles y militares, de este deber. El régimen constitucional no existe ya: se ha convertido en un gobierno de hecho, cuya subsistencia depende solo de la fuerza que quiera respaldarlo. Merecerán bien de la patria quienes se yergan contra él, para restablecer el imperio de la Constitución.
Ese documento pone en plena evidencia la confabulación del renegado gobernante constitucional con quienes sarcásticamente se llaman a sí mismos “representantes independientes”, que denuncié en mi artículo “Apostasía democrática del gobierno peruano”, publicado en el mes de enero último.
Nadie puede dudar ya de que el incalificable abandono que aquellos han hecho de sus funciones legislativas, fue una maniobra preparatoria destinada finalmente a la falsificación del Congreso, en servicio de inconfesables propósitos dictatoriales a la vez que de ilegítimos intereses de círculo.
Si tuviera el Gobierno el derecho de intervenir en la composición o el funcionamiento de las Cámaras, su camino no podría ser otro que el de conminar a los inasistentes a que cumplan su deber, bajo la amenaza de hacer elecciones para reemplazarlos. Podría admitirse, quizá, hasta la convocatoria a elecciones parlamentarias totales, para someter lealmente el conflicto de la inasistencia a la decisión ciudadana; pero  nunca sería lícito el uso de un medio que implica la caprichosa modificación de la estructura constitucional del Parlamento, y a la vez la inmoralidad de pretende hacer cómplices de la adulteración de éste a sus propios miembros, con el señuelo de mantenerlos en el goce de las prebendas de sus cargos.
El Perú no necesita hoy de un Congreso Constituyente. No atraviesa por una crisis constitucional. Es simplemente víctima de la inconsecuencia de un mandatario al movimiento cívico más hermoso de su historia, que lo llevó al poder. Resulta irónico el aparente empeño de mejorar la Constitución por quien la desdeña hasta el punto de faltar clamorosamente al juramento que prestó de cumplirla.
Pero si realmente lo necesitara, habría que convocarlo expresamente para que sus miembros tuviesen el mandato extraordinario y específico de los pueblos. Es un monstruoso absurdo jurídico pretender establecerlo mediante la transformación en tal de un mero Congreso Ordinario, aunque se le agregue un apéndice, cualquiera que sea la estructura de éste.

1 Fuente: La Tribuna, 8 de agosto de 1948.

La argucia de la dilación del anunciado “Estatuto Electoral” para fabricar ese apéndice, no engañará a nadie. De la reacción que cause el “decreto” dependerán sus preceptos más o menos antidemocráticos. Pero todos sabemos que nunca se adoptará una forma que permita imperar efectivamente en las elecciones la voluntad ciudadana. La repetida postergación de los comicios complementarios es prueba evidente de que se sabe bien que terreno se pisa, y las reiteradas manifestaciones hostiles de las últimas Fiestas Patrias, han sido suficientes para demostrar la furente animadversión de tirios y troyanos, muy bien ganada por cierto.
No es que se quiera dar al Perú una nueva Carta Fundamental; se busca sólo cohonestar la violación de la que lo rige, para convertir al Parlamento, después de adulterarlo, en un organismo dócil a los caprichos presidenciales, y en el que vuelva a regir la ley del “do ut des”.
El “decreto” trasciende insinceridad. Consterna ver imperar en nuestra patria la falsía. Los hombres de bien de todas las ideologías debemos execrarla. Sólo podemos tener una posición decorosa: enfrentarnos a ella. La dignidad y el patriotismo nos conminan a hacerlo.

RAFAEL BELAUNDE


Oiga


COMUNICADO DE VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE,  JEFE DEL PARTIDO APRISTA PERUANO,  ANTE LA CONVOCATORIA A ASAMBLEA CONSTITUYENTE, 7 DE AGOSTO DE 19481

1º La Constitución del Estado no puede reformarse sino por los claros procedimientos legislativos que la misma Constitución señala (Art. 236). Y no figura en ellos la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Tampoco figura el plebiscito, y fue por esta elemental razón jurídica que el actual Congreso derogó todas las reformas plebiscitarias de 1939, impuestas sólo al amparo de la fuerza, que violaron también el precepto constitucional del voto secreto.
2º Porque la Constitución no puede reformarse sino por los métodos que ella señala, el Decreto del Gobierno que convoca a una Asamblea Constituyente comporta una gravísima violación de nuestra Ley Fundamental y la ruptura de las bases democráticas de su sistema jurídico.
3º Ese decreto dice basarse en dos atribuciones constitucionales citadas impertinentemente: las del artículo 134º que establece que el Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la nación, y del 154º que señala sus atribuciones. Empero el Jefe del Estado lo es de “una república democrática” (Art. 1º) y “el Poder del Estado emana del pueblo y se ejerce por los funcionarios CON LAS LIMITACIONES QUE LA CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES ESTABLECEN”, según el mismo artículo. Por otra parte, el Art. 154º, también invocado por el Decreto, establece entre las atribuciones principales del Presidente “mantener el orden interno y la seguridad exterior de la República SIN CONTRAVENIR LA CONSTITUCIÓN y las leyes” o “Reglamentar las leyes SIN TRASGREDIRLAS NI DESNATURALIZARLAS Y CON ESTAS MISMAS RESTRICCIONES dictar decretos y resoluciones” o “Intervenir en la formación de las leyes y resoluciones legislativas, CONFORME A LA CONSTITUCIÓN”, o “ejercer las demás funciones de gobierno y administración que la CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES LE ENCOMIENDEN”, (incisos 2, 6, 8 y 27). En ninguna de estas disposiciones asoma siquiera la facultad de convocar una Asamblea Constituyente o adoptar medida alguna destinada a contravenir el artículo 236º de la Ley Fundamental que es terminante.
4º Si la Constitución del Estado ─que los actuales miembros del Gobierno juraron respetar y cumplir─ es así violada por un Decreto de ese mismo Gobierno, según el cual se crea un organismo de evidente carácter anticonstitucional, para modificar por medios ilícitos nuestra Carta Política, es evidente también que ese Decreto comporta un golpe de Estado.
5º Todo golpe de Estado se basa en la fuerza, no en la opinión ciudadana, que es fuente de la soberanía democrática y, por ende, la base de todas las grandes transformaciones políticas. Si el Decreto del Gobierno está respaldado por la Fuerza Armada ─cuyos ministros aparecen firmándolo, y a la que

1 Fuente: La Tribuna, domingo 8 de agosto de 1948.

corresponde la sagrada misión de “asegurar los derechos de la República, EL CUMPLIMIENTO DE LA CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES y la conservación del orden público (Art. 213º)─, es claro también que el golpe de Estado producido por la violación constitucional que pretende imponer el Decreto, se consumaría solamente con el respaldo prestado por la fuerza y no por la voluntad de la ciudadanía, leal a la Constitución.
6º Consecuentemente, si por un acto de fuerza contra la voluntad soberana del pueblo que mantiene su respeto a la Constitución intangible, se pretende trasgredirla, caería el Perú bajo una dictadura de típico carácter totalitario.
7º La indeclinable lealtad a los principios de la Constitución, que hoy se pretende violar, es, en mi opinión, el único imperativo patriótico y la mejor enseña de los peruanos que no podemos abjurar de los derechos y deberes de la Democracia representativa. No es posible que con el sometido silencio ─aunque las indefensas voces ciudadanas fueran estranguladas por la fuerza─, se autorice el desconocimiento del sistema constitucional establecido y su reemplazo violento por una dictadura. Ella contraviene la Constitución misma, sus normas y procedimientos esenciales, y desconoce simultáneamente todos los derechos humanos y cívicos que sus postulados garantizan como signo de libertad y dignidad del pueblo del Perú.

Lima, agosto 7 de 1948.


V. R. HAYA DE LA TORRE 

Oiga


MANIFIESTO A LA NACIÓN DE LA MAYORÍA DEL CONGRESO 8 DE AGOSTO DE 19481

Los suscritos Senadores y Diputados que constituyen las mayorías absolutas de los miembros expeditos, y en función, de sus respectivas Cámaras, se dirigen al país, por acuerdo unánime, para protestar enérgicamente por el anticonstitucional decreto del Poder Ejecutivo que convoca a una írrita Asamblea Nacional.
El Ejecutivo pretende amparar dicho acto anticonstitucional en el artículo 134º de la Carta Política que declara que el Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la nación. Tal disposición no implica otorgamiento de mandato discrecional que importe una entrega de poderes totalitarios. El Presidente personifica a la nación, pero dentro del marco estricto que le señala la Constitución y las leyes. Justamente el inciso 2º del artículo 154º de la Constitución, citado también en apoyo del decreto, establece como atribución del Presidente de la República: “Mantener el orden interno y la seguridad exterior de la República, sin contravenir a la Constitución ni a las leyes”. En este caso el Presidente contraviene la Constitución y las leyes al intentar la desnaturalización del Poder Legislativo e imponer reformas constitucionales fuera del cauce que señala la Constitución. La relatividad condicionada del Poder del Presidente aparece más explícita aún en los incisos 8º y 27º del mismo artículo, que fijan, entre sus atribuciones, las de: “Reglamentar las leyes sin transgredirlas ni desnaturalizarlas, y con esta misma restricción, dictar decretos y resoluciones” y “ejercer las demás funciones de gobierno y administración que la Constitución y las leyes le encomiendan”. Transgrede y desnaturaliza la Constitución y las leyes, y rompe el marco que ellas le fijan, al dictar un decreto que no sólo no se apoya en ningún precepto constitucional, sino que viola abiertamente el espíritu y la letra de nuestra Carta Política, la que, además, preceptúa que el número de representantes debe ser fijado por las leyes y, por consiguiente, no por decreto supremo.
El único procedimiento para obtener el funcionamiento de las Legislaturas –el Congreso, como tal, es intangible– es que se reúnan sus miembros de acuerdo con la Constitución. Fuera de ésta no hay constitucionalidad. Para la reforma de la Carta Política sólo existe el camino señalado en el artículo 236º que dice: “Toda reforma constitucional debe ser aprobada por las Cámaras en Legislatura Ordinaria y ser ratificada por ambas Cámaras en otra Legislatura Ordinaria. La aprobación y la ratificación requieren la mayoría de los votos del número legal de miembros de cada una de las Cámaras”. En consecuencia, el intento de reformar la Constitución, a base de un simple decreto, contradice este claro dispositivo constitucional. Aceptar medios diferentes es declarar, implícitamente, que no hay Constitución. La disyuntiva es: si hay Constitución, aplicar el artículo 236º, y si no existe, el Ejecutivo la ha derogado, de hecho, por acto revolucionario. Históricamente, la derogatoria de la Constitución sólo es culminación de un proceso revolucionario que la lleva en su programa y comporta transformación profunda de la estructura del Estado. Así ha ocurrido,

1 Fuente: La Tribuna, 9 de agosto de 1948.

para citar únicamente ejemplos del presente siglo, con la revolución de 1919 que originó la Carta de 1920, y con la del año 1930, que determinó la Constitución del año 1933, que está vigente.
El mandato expreso del movimiento democrático victorioso en 1945, significó, por el contrario, la restauración del ejercicio efectivo de la mencionada Carta, cuya obediencia juraron cumplir, por Dios y por la patria, el Presidente de la República y los Senadores y Diputados miembros del actual Congreso. Por eso es inconcebible que se pretenda quebrantar ese mandato y ese juramento y hasta prostituir la pureza del origen del actual Poder Legislativo convirtiéndolo en base de una injertación espuria que va contra la esencia de sus funciones y la intangibilidad de su soberanía.
El Ejecutivo carece de facultad legal para dictar un Estatuto Electoral que, en todo caso, es atribución privativa del Parlamento. Las leyes sólo puede darlas el Congreso. Si éste es invadido en su función, no sólo se rompe el orden constitucional sino que todos los actos de aquel carecerían de legalidad.
El decreto anticonstitucional que condenamos es una maniobra dolosa para destruir la mayoría constitucionalista del Congreso, suplantándola con personeros sin título legítimo. Tal maniobra es inaceptable jurídica, política y moralmente. El Poder Legislativo es soberano y la Constitución señala y garantiza sus fueros. Todo propósito de desvirtuar sus funciones o alterar su composición es un golpe de Estado que no podemos ni debemos acatar.

En consecuencia, declaramos:

1.        Que el decreto anticonstitucional del 6 de los corrientes –simbólico día que conmemora la Batalla de Junín– es un atentado contra la institución representativa, por excelencia, de la soberanía popular, fundamento de la patria que nos legaron los libertadores y, en consecuencia, es nulo ipso jure.
2.        Que actuamos en defensa de la Constitución del Estado, pues así como a la Fuerza Armada le corresponde, conforme al artículo 213º de la Carta Política, asegurar los derechos de la República y el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, así también al Congreso le corresponde, por mandato del artículo 123º, en su inciso 4º: “Examinar las infracciones de la Constitución y disponer lo conveniente para hacer efectiva la responsabilidad de los infractores”.
3.        Que hacemos un llamamiento a todos los miembros del Poder Legislativo, sin distinción de colores políticos, para defender la majestad y los fueros de la institución de que formamos parte, en un esfuerzo patriótico que asegure para los peruanos la convivencia pacífica dentro del verdadero orden y la ley.

Lima, 8 de agosto de 1948
José Gálvez, Senador por Lima; Alberto Arca Parró, Senador por Ayacucho; Oscar Arrús, Senador por el Callao; Víctor L. Colina, Senador por Pasco; Cirilo A. Cornejo, Senador por Huancavelica; Leoncio Elías Arboleda, Senador por Piura; Víctor Gavancho, Senador por el Cuzco; Edmundo Haya de la Torre, Senador por el Callao; Luis E. Heysen, Senador por Lambayeque; Nicanor León Díaz, Senador por Cajamarca; Melchor Lozano, Senador por Ancash; Víctor Mayta, Senador por Junín; Alfredo Merino, Senador por Cajamarca; Lino Muñoz, Senador por Arequipa; Antenor Orrego, Senador por La Libertad; César Pardo Acosta, Senador por Loreto; César Pardo Mancebo, Senador por Lima; Ramiro Prialé, Senador por Junín; Milciades Reyna, Senador por Ancash; Manuel Seoane, Senador por Lima; Carlos Showing, Senador por Huánuco; Alcides Spelucín, Senador por La Libertad.

Fernando León de Vivero, Diputado por Ica; Jorge Badani, Diputado por Lima; Armando Patiño Samudio, Diputado por La Mar; E. Oswaldo Corpancho, Diputado por Coronel Portillo, José Orihuela Yábar, Diputado por Urubamba; Clemente del Aguila Pinedo, Diputado por Moyobamba; Mario Chiabra A.,Diputado por el Callao; Nicanor Mujica Álvarez Calderón, Diputado por Huarochirí; Pedro Aizcorbe Ríos, Diputado por Jauja; Gerardo Alania, Diputado por Pasco; Erasmo G. Arellano, Diputado por Pataz; Fernando Belaúnde Terry, Diputado por Lima; Guillermo A. Beltrán Martínez, Diputado por Islay; Jorge T. Bull, Diputado por Pisco; Gumercindo Calderón Cáceres, Diputado por Huancayo; Víctor Cárcamo, Diputado por Caravelí; Carlos Manuel Cox, Diputado por Trujillo; Walter F. Cruz, Diputado por Otuzco; Antonio Chacón Castillo, Diputado por Carhuaz; Enrique Dammert Elguera, Diputado por Lima; Miguel de la Mata, Diputado por Huánuco; Luis F. De las Casas Grieve, Diputado por Lima; Hernán de los Santos García, Diputado por Huaraz; Santiago R. Deza, Diputado por Santiago de Chuco; Ernesto Diez Canseco Yáñez, Diputado por Daniel  Carrión; Luis Escalante Bravo, Diputado por San Román; J. Aníbal Fernández Rojas, Diputado por Castilla; Máximo Gamarra Valencia, Diputado por Acomayo; Julio Garrido Malaver, Diputado por Celendín; José Fabio Gastelú Portocarrero, Diputado por La Unión; Carlos C. Godoy, Diputado por Pacasmayo; César Góngora Perea, Diputado por Alto Amazonas; Manuel Gutiérrez Aliaga, Diputado por Huancayo; Emiliano Haro, Diputado por Huaylas; J. Agustín Haya de la Torre, Diputado por Santa; Fortunato Jara Rondón, Diputado por Lima; Gustavo Lanatta Luján, Diputado por Luya; Jorge E. León Seminario, Diputado por Piura; Germán Linares Gutiérrez, Diputado por Canas; Guillermo Luna Cartland, Diputado por Hualgayoc; Rómulo Meneses Medina; Diputado por Puno; Ernesto Merino Rivera, Diputado por Ayabaca; Albino Molina Sánchez, Diputado por Nazca; Ramiro Montenegro Chávez, Diputado por Cutervo; Pedro E. Muñiz, Diputado por Yauli; Julio Navarro L., Diputado por el Callao; Eduardo Osorio Roca, Diputado por Yungay; Mario Peláez Bazán, Diputado por Rodríguez de Mendoza; Ántero Peralta Vásquez, Diputado por Parinacochas; Alfredo A. Pérez Alcázar, Diputado por Tarata; Manuel Pérez León, Diputado por Lima; Javier Pulgar Vidal, Diputado por Pachitea; Teobaldo Reátegui Macedo, Diputado por Tambopata; Sóstenes Reinosa Robles, Diputado por Chiclayo; Gerardo Rizo Patrón Aráoz, Diputado por Cañete; Alfredo Saco Miró Quesada, Diputado por Chancay; Luis Alberto Sánchez, Diputado por Lima; José Sandoval Morales, Diputado por Lima; Juan Alberto Santillana Gómez, Diputado por Arequipa; Malaquías Sarmiento Bendezú, Diputado por Lucanas; Alberto Shepherd, Diputado por Tarma; Antonio Silva Anamaría, Diputado por Anta; Luis F. Solís Rosas, Diputado por Huancavelica; Benigno Solsal Eguren, Diputado por Maynas; Fernando Tapia, Diputado por Melgar; Ricardo Temoche Benites, Diputado por Piura; José Roldán Tuesta Ruiz, Diputado por Ucayali; Nicolás Vásquez Cáceres, Diputado por Tacna; Pedro Vílchez Buendía, Diputado por Lambayeque; Mario Villacorta del Campo, Diputado por Cajamarca; Andrés Yafac, Diputado por Trujillo; Emilio Zamalloa, Diputado por Calca; Fidel A. Zárate, Diputado por Contumazá; Julio M. Zelaya, Diputado por Corongo.